viernes, febrero 17, 2006

Todo perro tiene su día II

De cualquier manera –y sin que esto signifique disminuir el peso contestatario de Vieja Estación-, el título no será el que se pensó en un principio, sino Todo perro tiene su día, que a fin de cuentas es el verso con el que inicia Sin tratos (ya hablaremos de cada una de las canciones).

Anoche, por otro lado, Mauro y Tomy me señalaron un error de memoria: no es Vieja Estación quien invita a Octavio y a Rafael a unirse al proyecto, sino que son estos dos locos (¡cómo si no tuvieran cosas que hacer!) quienes, entusiasmados, ofrecen su conocimiento, su experiencia, su tiempo y su trabajo.

¿Por qué lo hacen? Es muy fácil entenderlo: por lo mismo que Lalo Serrano decide iniciar Ruta 61 Records con esta banda llegada de Argentina con carta de naturalidad chilanga por decisión de quienes nos sentimos orgullosos de su presencia. Los considero parte de mi ciudad, y dure lo que dure su estancia en estas tierras, la historia de nuestra música tendrá que mencionarlos en el futuro, cuando se haga el recuento de la primera década del siglo.

¿Por qué lo hacen? ¡Por lo mismo que Las Señoritas de Aviñón se sienten a gusto en compañía de tan excelentes músicos!

¿Por qué lo hacen? Por lo mismo que ya hay en la ciudad muchos fieles del grupo argentino (no sólo en el Distrito Federal, también en San Miguel de Allende, Villahermosa, Querétaro y Aguascalientes). Así comienzan las manías y las fiebres en la música popular. Y cuando éstas surgen de manifestaciones reales del arte, el gusto se mantiene más allá de cualquier moda.

¿Por qué?

¡Porque Vieja Estación es la mejor banda de rocanrol
con que cuenta la Ciudad de México!
Y sucede que, además, saben hacer blues.


Por otra parte –y supongo que no hay infidencia en lo que voy a decir-, debe señalarse que Octavio Herrero no sólo comparte la producción del disco con Vieja Estación, sino que incluso participa de manera significativa en su financiamiento.
En fin, que el guitarrista de Las Señoritas de Aviñón es productor, mientras que Rafael Martínez se encarga de la ingeniería de sonido. Pero, a mediados de ese mismo mes, Octavio se entera de que Patricia, su hermana, no podrá prestar la enorme casa donde vive para montar en ella el estudio de grabación.

Inmediatamente, el autor de Magdalena llama a Alejandra, su prima:

-¡Ah, ya sé, Octavio, le voy a decir a Homero que si tiene disponible algún lugar!

Homero es el esposo de Alejandra, y ofrece un local en la colonia Del Valle, una casa a medio abandonar cuyas condiciones resultan ideales para cumplir el proyecto de Vieja Estación.

Creo, entonces, que uno de los primeros agradecimientos es el que bien se merecen Homero y Alejandra, cuya amorosa solidaridad permite arrancar lo que ya no puede atrasarse más: la grabación de las canciones que formaran el nuevo disco de Vieja Estación.

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