sábado, septiembre 30, 2006

A la pesca de Specter

Sábado 30 de septiembre

Hago labor periodística y llamo por teléfono a Octavio Herrero, guitarrista de Las Señoritas de Aviñón, para hacerle dos preguntas. En esos momentos, a las cuatro de la tarde, se encuentra en el Che Gaucho, comiendo con Lalo Serrrano, Dave Specter, Jaime Holcombe y miembros de Vieja Estación. Mis preguntas son sencillas: ¿Cuál es la importancia de Specter en el blues? y ¿Cuál es la importancia de su visita a México?
Octavio me responde con sencillez: Mira, Dave es un músico que conoce extraordinariamente los códigos del blues, pero este conocimiento no es estático sino que, con un dinamismo que se agradece y con una originalidad evidente, él está proponiendo nuevas formas de decir, nuevas maneras de retomar una música ya centenaria. Dave es fuente de lenguaje, y en su guitarra hay historia, por supuesto, pero al mismo tiempo hay vida. Esto es muy importante, Agus: el blues de Dave Specter es un organismo vivo, ya lo comprobaste anoche, ¿verdad? En estos tiempos en que resulta muy difícil hallar dentro de su propia generación aportaciones significativas, Dave Specter viene a ser un momento importante en la historia del blues. En cuanto a la trascendencia de su visita, sólo puedo comentar sobre mi experiencia personal. ¡Tengo casi siete años escuchándolo, estudiándolo, asumiendo su música! Entenderás, entonces, que para mí es tan importante como si Chuck Berry llegara a darte unas cuantas lecciones de rocanrol. De ese tamaño, Agus, de ese tamaño.
Viernes 29 de septiembre

Como a la mera hora el jueves no asistí a la primera noche de Dave Specter en Ruta 61 (y me cuentan que fue una buena velada), me aparecí el viernes, dispuesto a no salir del Hoochie Coochie Bar hasta agotar existencias. Entonces, tuvimos los presentes doble función, dos películas por el precio de una: Las Señoritas de Specter y El Increible Espectro en una Vieja Estación.
¿Qué puedo decir a mis tres pacientes lectores? Lugares comunes pero necesarios: una noche sin par, una noche donde todos y cada uno de los músicos entregaron lo mejor de sí.

Para fortuna nuestra, Ruta 61 contó con dos bandas, las de casa, que supieron sacarle a Dave Specter todas sus virtudes (y si hubo defectos, yo no me di cuenta). Además, para alegrarme la noche, estuvo presente Cecilia García-Robles, mi terapeuta de cabecera, mi amiga, mi más dura crítica.

Tengo en mi cuaderno de notas algunas frases de Dave que quisiera compartir con mis tres adormilados lectores.

1. Dave muestra a Octavio Herrero y a Jaime Holcombe una figura en la guitarra (una armonía, un solo o no sé qué), que termina con la consigna más esclarecedora: Just blues, man!

2. Al tomar y observar la hermosa guitarra de Jaime Holcombe, Dave advierte: Big neck!

3. En cuanto a las maneras de compartir una pieza dos guitarristas: I take the high road, you take the low road.
4. Sobre su manera personal de hacer música: I choose the cool style. I can play more agresive, but I prefer the cool style.

5. Después de escuchar a Octavio Herrero tocar una pieza en particular: You play that like West Montgomery.

6. Sobre la música en general: New doors are always opening and opening and opening.

7. Sobre los valores de la orquesta: Las bandas deben tocar como un solo hombre... y mantenerse juntos hasta el final.
En resumen, la estatura musical de Dave Specter coincide con su talla física:
para conocerlo y disfrutarlo, hay que mirar hacia arriba.

viernes, septiembre 29, 2006

Las Señoritas de Specter

Miércoles 27 de septiembre

Kelly McAvoy, la linda y afable compañera de Dave Specter, intenta concentrarse en su lectura (El Diario de Ana Frank), Raúl de la Rosa, insigne periodista, intenta concentrarse en el diseño de sus proyectos secretos.

José Luis Aguilar Tagle
, capitán de Ruta 61 y orgullo de mi nepotismo, intenta concentrarse en la lista de quienes han apartado mesa para estos días, así como en la lista de inscripción a la Clínica de Guitarra que impartirá el maestro Specter el viernes y el sábado, a partir de las cinco de la tarde.Por otro lado, Jorge Mustaros, cuñado de Jaime Holcombe, y su amigo Paco Granados intentan concentrarse en sus bebidas. Lluvia y Adriana, mujeres del honky bar, intentan concentrarse en la recepción de cervezas. Heriberto, administrador del lugar, intenta concentrarse en la deuda de la Tía Juanita por la comisión de estragos y averías. Paco, proveedor de archivos históricos, intenta concentrarse en evitar que Lalo Serrano lo bese. Octavio Soto, El Charro, intenta concentrarse en sí mismo. Lalo Serrano, dueño de Ruta 61, intenta concentrarse en algo.

Mientras, Dave Specter y Las Señoritas de Aviñón parten de Hide Away y llegan hasta Before you acuse me para convenir en los tonos y en las maneras de hacer blues, y montar entonces uno de los varios capítulos de este fin de semana en Ruta 61.


a) Porque la variedad será la consigna en los tres días, la miscelánea sorprendente, la amalgama de historias y de formas.

b) Porque, a la luz de Saussure, el blues es langue... y cada música una parole exclusiva, íntima, personal.

c) Porque esa variedad de dialectos se dará como diálogo entre músicos mexicanos, argentinos y guasingetones, cada uno de los cuales ha demostrado de mil maneras estar a la altura de las circunstancias.

¿Y si, en lo que llega la noche, aligeramos la vida con una joya de nuestra más remota infancia?

Digo, no siempre fuimos tan exquisitos. Me consta que al menos Octavio Herrero, Gerardo Aguilar Tagle, Javier García y el que esto escribe, experimentamos en nuestra pubertad un fervor peculiar hacia esta banda de Los Ángeles, California. De hecho, el guitarrista de Las Señoritas de Aviñón aún se sabe de memoria el nombre de los cuatro miembros de Los Monkees (el artículo en español siempre será mejor), quienes pusieron de moda bellísimas canciones, como She, Laugh, When loves comes knockin’ at your door, Look out (here comes tomorow) y I’m a believer, de compositores como Neil Diamond y Neil Sedaka, tan repudiados por el ayatola que entonces traíamos dentro (hoy, ese ayatola violento se ha vuelto pontífice católico, que para condenar ya sólo sonríe… o ignora).De cualquier manera, la música sigue siendo una pasión, un remedio, un bálsamo, una respuesta, un fin en sí misma. Por eso, esta noche nos vemos en Ruta 61 para felicitar a Lalo Serrano por su enésimo acierto y para escuchar gozosos el blues de Dave Specter.

¡Ya llegó Dave Specter!


Intenso, sutil y extraordinario, un fenómeno pocas veces visto.
(Octavio Herrero).

Reconocido como una de las principales figuras del blues actual, Dave Specter se presenta en Ruta 61 los días 28, 29 y 30 de septiembre.

En el video con el que inicia esta entrega, vemos al guitarrista acompañado de su amigo y maestro Steve Freund, durante el festival de blues de Ginebra -Geneva Blues Summit 2005-, con la interpretación de Is what it is, pieza que da título al disco grabado por ambos músicos en 2004.

Para abrir cada uno de los conciertos de Specter, el Hoochie Coochie Bar ha asignado la tarea a tres de sus mejores bandas: El Charro y los Moonhowlers, Las Señoritas de Aviñón y Vieja Estación, respectivamente.

Será, a propósito, Vieja Estación la orquesta que apoyará a Specter en escena. Vaya, entonces y como regalo exquisito a mis tres lectores, el video clip de Sin tratos, pieza incluida en el más reciente álbum de la banda (Todo perro tiene su día), que uno puede obtener directamente de las manos mismas de Ezequiel Espósito, el Polaco (voz principal del grupo bonaerense), con autógrafos y toda la cosa, al término de sus presentaciones y a precio escandalosamente módico.

Además, Lalo Serrano ha acordado con el músico de Chicago instalar una clínica de guitarra los días viernes y sábado, a partir de las 17:00 horas.

Es recomendable, querido lector, reservar mesa desde hoy mismo, porque a cierta hora, cuando la casa se ha llenado, ya no es posible entrar.

El viernes pasado, al saludar a dos alegres compadres, Fabrizio León y Jorge Reyes, en la barra de Ruta 61, me encontré también con Tania Molina, linda y amable como siempre. No sabía en esos momentos que, cuatro días más tarde, la reportera de La Jornada anunciaría con una nota la llegada de Dave Specter. Va aquí la transcripción del artículo de Tania, a quien vemos en esta foto recibiendo trato especial de Carlos Johnson.

Más que espectacularidad,
Specter busca fineza de estilo: De la Rosa


El guitarrista blusero Dave Specter, de Chicago, estará en el oasis azul, Ruta 61, esta semana, acompañado por integrantes de Vieja Estación y Las Señoritas de Aviñón.

Desde hace un año el promotor de blues y dueño de Ruta 61, Eduardo Serrano, abrió un puente para que artistas estadunidenses, sobre todo de Chicago, ofrecieran su música en la ciudad de México. Dave Specter se suma a la lista de músicos que han visitado este lugar, entre ellos, la cantante Grana Louise y los guitarristas John Markiss y Carlos Johnson.

Raúl de la Rosa, el gran promotor del blues y extraordinario conocedor del tema, con su característico estilo jocoso, dice a este diario: "Nuevamente vamos a ver a un músico de primer nivel en Ruta 61, que se ha convertido en una sucursal de los clubes de blues de Chicago". O sea, en el hogar del blues en el Distrito Federal.

"Los empresarios difícilmente traerían a alguien así, a un buen guitarrista como él", porque no es de los típicos arrasa-taquillas.

Dave Specter
nació en Chicago hace 43 años y comenzó a tocar la guitarra a los 18 años. Tomó clases con Steve Freund, con quien después grabaría.

Specter es "técnicamente extraordinario", describe De la Rosa. El guitarrista prueba erróneo "el paradigma de que hay que ser negro para tocar Chicago blues".

Por su parte, el crítico Bill Dahl, de All Music Guide, menciona que algunas de las influencias que Specter dice tener son, en el terreno del blues, T-Bone Walker, Pee Wee Crayton, Magic Sam y Otis Rush, y, en el jazz, Kenny Burrell.

Ed Kopp, en una reseña del disco Speculatin' (allaboutjazz.com) dice del guitarrista que cruza del blues al reino del jazz sin rupturas. "Las interpretaciones de Dave Specter abarcan el jazz, el gospel, el funk de Nueva Orleáns, el blues tejano y el de Chicago".

Raúl de la Rosa completa: "Tiene influencia no sólo de Chicago, sino de la bisagra Texas-California".

No es el tipo de guitarrista joven que busca la espectacularidad, explica De la Rosa. "Lo que busca es la elegancia en el estilo, la fineza".

Sigue: "Sus primeras grabaciones las hizo inspirado en Buddy Guy y Junior Wells", en ellos "escuchaba cómo darle espacio a la música, para que respire".

Specter, también productor, lleva más de 20 años presentándose en festivales y clubes nocturnos de Chicago y de otras ciudades estadunidenses. También se ha presentado en Brasil, Canadá y numerosos países europeos.

Participó en giras con Son Seals, The Legendary Blues Band, Hubert Sumlin, Sam Lay y Steve Freund. También ha tocado y grabado con Buddy Guy, Otis Rush y Jimmy Rogers.

En 1989 formó su propia banda, The Bluesbirds. Ha grabado varios discos, entre ellos, Bluebird Blues (1991), Blueplicity (1994), Live in Europe (1995), Left Turn on Blue (1996), Blues Spoken Here (1998), Speculatin' (2000) y Is What It Is (junto con Steve Freund, 2004), todos bajo el sello Delmark.

También aparece en compilaciones, con Eric Clapton, Carlos Santana, BB King, Muddy Waters y Junior Wells.

Specter da clases de guitarra en Chicago. En nuestro país también compartirá sus conocimientos mediante dos clínicas de guitarra: una en la ciudad de México, los días viernes 29 y sábado 30 de septiembre, a las 17 horas, en Ruta 61; y en Querétaro, el lunes 2 de octubre, a las 14 horas, en el Wicklow Irish Pub.

Dave Specter se presentará a las 22 horas, los días jueves 28, abrirá El Charro y Los Moonhowlers; 29, abrirá Las Señoritas de Aviñón, y 30, abrirá Vieja Estación.

Ruta 61, se encuentra en Baja California 281, colonia Hipódromo Condesa. Los teléfonos son 3096-3021 y 5211-7602. Entrada: 250 pesos.

Y si alguno de mis tres lectores aún no se anima a conocer el Hoochie Coochie Bar, le recomiendo visitar Lugar de Colibríes, blog de una deliciosa habitante de Tzintzuntzán.
(N. de la R.)


El domingo primero de octubre, Dave Specter se presentará en el Wicklow Irish Pub, ubicado en 5 de Mayo 86, colonia Centro, Querétaro. Teléfono: (442) 212-0947.

jueves, septiembre 28, 2006

Chuck Berry Fields Forever I

Otro de mis héroes se llama Gerardo Aguilar Sámano, también conocido como Ger, Jerry y Gerhard. Las madres de sus novias se refieren a él como Her Heart, y los suegros lo llaman Her Bar. De cualquier manera y con cualquier nombre, Herr Ardo (es decir, Caballero de Fuego en la Edad Media… o Mr. Hot en tiempos de James Brown) ha logrado rescatar ya dos video clips del Laboratorio de Teatro y Taller de Autoayuda Natalia Bondarchuck: Ayer y Pastel Artaud.

Con la autorización de Ger y para regocijo de las asociaciones psicoanalíticas del mundo, presento en esta entrega (aunque ya lo hace Jerry en su propio blog) el video clip Pastel Artaud, canción que pertenece al álbum Esa viscosa manera de pegarme las ganas.

Lo que puede verse es la versión con play back cometida en los estudios de Canal 11 (IPN) dentro del programa Hoy en la Cultura, que esa noche de 1986 estaba cumpliendo uno o dos años de existencia (a la transmisión en vivo nos invitó personalmente nuestro queridísimo amigo Javier López Aguado, que entonces formaba parte del equipo de producción de dicho programa).

Y si alguien está interesado en saber qué dice la letra de Pastel Artaud, puede acudir al blog de Gerardo Aguilar Tagle, donde mi gemelo precioso ilustra con acierto lo que yo no pude explicar con palabras.

He mostrado a algunas personas tanto el video de Ayer como el de Pastel Artaud, y veinte años después se repiten las mismas reacciones de entonces: la gente ha mirado siempre a Mamá-Z como todos miramos el Soft Shoe Shuffle de Stan Laurel y Oliver Hardy en Way Out West (1937), una de las más hermosas películas de todos los tiempos. Y esta analogía emocional me llena de contento. Espero que Mamá-Z se mantenga en los ámbitos de la comedia y que así sea recordada hasta el final de los tiempos.

¿No es una belleza? ¡Cuántas veces vimos esta película durante nuestra infancia! Mi padre, entonces, lloraba y se ahoga de la risa, hincado al borde de la cama, con esta escena y con otras muchas de El Gordo y el Flaco. Mi padre, Agustín Aguilar Rodríguez, que ahora anda en sus 82. De él heredamos una muy clara estética del humor. Vaya, pues, el soft shoe shuffle en homenaje a Agustín Aguilar Rodríguez, mi único y verdadero ejemplo de vida. Todavía hoy, a mis cincuenta, pienso al verlo: Cuando sea grande, quiero ser como él.

Y ya que estamos en esto, comienzo a transcribir los primeros capítulos de Ganas de ti, libro que aún no termino y que intenta ser la crónica de nuestras incursiones en el rocanrol.

GANAS DE TI

lunes, septiembre 25, 2006

Intermedio musical

Va una buena noticia para los numerosos fanáticos de Vieja Estación y las innumerables seguidoras de Mamá-Z. Ya es posible disfrutar del video clip Sin tratos (2006), de la mejor banda de rocanrol de la ciudad, a la vez que gozar de Ayer (1986), antigua sesión del Laboratorio de Teatro y Taller de Autoayuda Margarita Gautier.

Basta con entrar a www.youtube.com, escribir en la ventana de search for
Sin tratos
o Mamá-Z.

De hecho, en YouTube es posible hallar lo que uno quiera. Hoy, por ejemplo, encontré cosas de Ringo Starr, uno de mis héroes máximos -a la altura de Frank Zappa y Groucho Marx-: Act Naturally, Back off Boogaloo, Don't go when the road don't go, I wanna be your man, etcétera. Y ya se imaginarán la clase de amigos que sube al escenario de Ringo: Levon Helm, Billy Preston, Rick Danko, Joe Walsh, Jim Keltner...

Como saben, un video en internet siempre presenta problemas de continuidad. Sin embargo, es posible evitar los frenones. Se arranca el video, se le deja ser… y unos segundos después de iniciado, se regresa la palanquita que corre al principio, para que la cinta roja (que avisa cuánto ha bajado del archivo) siempre vaya más adelante.

Ojalá me haya dado a entender. Si no, ahí ustedes háganse bolas.

NOTA IMPORTANTE
El video de Ayer fue subido a la red por Gerardo Aguilar Sámano,
primogénito de Gerardo Aguilar Tagle y Marugenia Sámano Valenzuela.

Pronto tendremos más sorpresas. A Javier García, baterista de Las Señoritas de Aviñón, se le ha ocurrido una buena idea: colocar en el frontispicio de Ruta 61 los videos que vayan surgiendo. Bueno, ya veremos cómo Octavio Herrero y Rafael Martínez (responsables técnicos de este lugar) resuelven el asunto.

domingo, septiembre 17, 2006

Cuando escuches este vals III

Es en los veinte, la década de tu nacimiento, donde renacen los valores nacionales: se enaltece el pasado indígena, se reconoce el pasado español, nos reconciliamos con el virreinato. Ya no te toca ver caminar por las calles de la Colonia Roma a Ramón López Velarde, pero perteneces a la primera generación de lectores de Suave Patria. ¿Te acuerdas de la estrofa que me leíste una mañana de invierno, mientras ordenabas por enésima vez un cajón de papeles viejos?


Suave Patria: tú vales por el río
de las virtudes de tu mujerío.
Tus hijas atraviesan como hadas,
o destilando un invisible alcohol
vestidas con las redes de tu sol,
cruzan como botellas alumbradas.

Acababas de cumplir dos años cuando se realizó el juicio de José de León Toral, el muchacho que mató a Álvaro Obregón y cuyo abogado fue Demetrio Sodi, probablemente abuelo o padre de Demetrio Sodi de la Tijera. ¿Te acuerdas de él? Cuando alguna vez lo viste por televisión, me dijiste que te parecía un hombre guapo. Y tú, a los guapos siempre les has dado mucho crédito. Por eso, consideras buen actor a Omar Sharif (más como Yuri Zhivago en la película de David Lean que como Colorado en El oro de Mackenna). Por eso, leíste con tanto gusto La tía Julia y el escribidor, porque Mario Vargas Llosa siempre te ha parecido lindísimo. Yo estaba contento, al ver que aceptabas una de mis sugerencias de lectura, puesta y bien dispuesta en tu mecedora de madera, con un ojo al libro y otro a Café con aroma de mujer, donde salía Guy Ecker, otro de tus guapos, en el papel de Sebastián Vallejo.

Para don Demetrio, la defensa en el juicio de León Toral –público, oral y con jurados- se dificultaba, desde el momento en que se trataba de un asesino confeso. Por eso, su discurso pretendió demostrar que se trataba de un hecho singular, extraordinario, a la altura de las tragedias griegas, digno de Esquilo. Un dibujo verbal de don Demetrio pretende encontrar belleza en el acontecimiento:

-El general Obregón, al caer, sonrió como saludando a la muerte.

Ezequiel Padilla –por la parte acusadora- no se quedó atrás. Fue un duelo de grandilocuencia y desmesura poética. Padilla dijo que, al morir Obregón, no cayó un hombre sino una montaña…

-¡Una montaña de generaciones, de generaciones humildes, cuya causa es presidida por el Cristo Redentor, no ese Cristo en cuyo nombre se ha perpetrado este crimen!

Tú eras entonces una niña, pero fuiste educada en un ambiente de veneración a dos madres Conchitas: Concepción Arévalo –acusada de participar en el asesinato de Obregón y enviada a las Islas Marías a purgar una condena de veinte años- y Concepción Cabrera de Armida –fundadora de las Obras de la Cruz-. ¡Y el nombre anda siempre en la casa! Mi abuela, tu madre, es Concepción, de quien naciste el 25 de septiembre de 1926, en la casa número 3 de la segunda calle de Civilización (mira, tengo hasta el número de teléfono: 225, de la Compañía Ericsson, cuya central telefónica automática, la primera en México, comenzaba a funcionar en esos días). Tu primera hija es Concepción.

Supongo que mi hermana pudo haberse llamado Esperanza, como mi abuela de Puebla; pero se llamó Concepción, como mi abuela de México. Algo me dice, sin embargo, que será la última vez que se use este nombre en la familia. Todavía estabas acá cuando Calá comenzó a promover nuevas formas de llamarla: Coni… y hasta Shell.

¿Tú estás de acuerdo? ¡Ah, bueno, entonces ya no digo nada!

Pero yo siempre la llamaré Conchita, para que recuerde que su nombre no es carbonato cálcico protector de moluscos ni apócope de arbusto gimnospermo, sino homenaje a la madre de Nuestro Señor Jesucristo, que fue concebido sin pecado por obra y gracia del Espíritu Santo. Además y para reforzar mi insistencia, revisaré en la siguiente entrega la presencia de otras Concepciones en el árbol de nuestra genealogía.

Imagino la casa de los Escandón, que fue antes de don Justo Gómez y hoy conocemos como Parque Lira.

Una calzada de árboles nobles y elevados conduce hasta la entrada circular. El segundo cuerpo de la casa es sostenido por un peristilo corintio, con su enlosado mármol de Génova, parecido acaso a las pérgolas que en el Parque México vemos (o veíamos) cubiertas de bugambilias. En la galería que antes perteneció al Conde de la Cortina, los Escandón presumen originales de Pablo Céspedes, Alonso Cano, Turner y Gerardo Dow, y no faltan ahí buenas copias de Rafael, Ticiano y Corregio.

Tacubaya es, en el imaginario de tus hijos, el paraíso perdido, la tierra del principio, el lugar donde parece que sucedieron las cosas importantes. Tacubaya, en cuyas haciendas descansaban no hace mucho las familias ricas que, en sus lujosas casas de campo, jugaban a los bolos y paseaban por los jardines.

Tacubaya, con su Teatro Apolo y su frondoso fresno llamado Árbol Bendito, era entonces un lujo.

Algo de ese aire aristocrático puede respirarse este sábado de otoño de 1926, a las diez de la mañana. El sol tibio de septiembre dibuja la débil sombra de los árboles de Tacubaya, cuando la señorita Luz Elena Osorio Mondragón camina por Avenida Primavera (luego llamada Benjamín Franklin), vestida de blanco –paloma perseguida por el viento- y es observada por los piracantos. A sus treinta y siete años, ligera como adolescente, Luz Elena no camina, Luz Elena trota: lleva cierta prisa, sí, pero es esa prisa alegre que no admite distracciones ni momentos para pensar. Los hoyuelos de sus mejillas se marcan de ternura por la sonrisa delicada que le brota de sus emociones. Y es que hoy, a las siete de la mañana, a su hermana Concepción le nació una bebita, toda gordita, morena como la misma Virgen del Tepeyac.

Tiene prisa, porque no quiere perderse ni un segundo las cosas que pasan en la casa. Dejó a Conchita acompañada de dos hombres: don José Tagle y Aguilar, el padre; y don José Luis, el culto ingeniero geógrafo, tío de la recién nacida.

¡Y para lo que sirven estos dos!, piensa Luchena, no con desprecio sino con ese orgullo femenino que no concede crédito a la capacidad doméstica de los varones.. Además, don José le dijo que también saldría un rato, que tenía algunos asuntos que atender, que se le dispensara… por favor.

-¡Y José Luis, pobrecito! De estas cosas no entiende ni papa. ¡Ah, que no se me olvide llevarle su Neutralón! ¡Qué bien le ha curado el estómago! Claro, es medicina alemana. Tengo que apurarme.

Y allá va la señorita Luz Elena, pensando en el nombre que recibirá su primera sobrina.

-¿Concepción, como su mamá? Tal vez, tal vez.

Entra Luz Elena a la casa, y pocos minutos después llega su cuñado José, todo catrín y bien peinado. Ni a su mujer le dijo que le pegó a la Lotería. Tal vez no se sacó los 125 mil pesos del premio mayor, pero algo importante habrá alcanzado como para hacer lo que nunca: fue a la calle de Bolívar y entró a la peluquería Ambos Mundos, la más elegante y mejor atendida de la ciudad, y gastó dos pesos con ochenta centavos en la rasurada, el corte de pelo, el masaje de Boncilla Beatifer y el champú; bueno, hasta pidió que le pusieran la loción cara, Flores de Amor.

¡Ay, qué guapo vienes! -dice Luz Elena.
¿Te parece? -contesta mi abuelo, sin darle mucha importancia.- Mira, te traje Hermase Thezze.
-¿Y eso qué es?
-Píldoras... a base de extractos vegetales. Lo último en medicina francesa, para tus varices.
-¡No gastes, José, no gastes! ¿Dónde las compraste?
-Allá, en Revillagigedo. Me atendió el mismo Julio Benot.
-Yo te compré Tonomalare.
-¡Ay, Luchena, Luchena! ¿Sigues pensando que los alemanes son mejores que los franceses?
-Es que te veo medio anémico. Ándale, prueba estas pastillas.

Mi abuelo no es muy dado a mostrar cariño a su cuñada, a la que culpa de que su mujer nunca esté en casa; pero la buena suerte le ha cambiado el ánimo, y Ma está contenta de verlo alegre.

-¿Cómo está Conchita?
-Bien, bien. ¡Y la niña está preciosa!

La niña todavía no tiene nombre, pero todos parecen coincidir en que debe llamarse como su mamá, Concepción.

Sin embargo, el ingeniero José Luis Osorio Mondragón ha pasado varias horas en la biblioteca, revisando los nombres en la historia de la familia, y tiene otra idea:

-Pienso que la niña podría llamarse María de la Luz...

¡Porque ese nombre aparece de manera frecuente en el árbol de nuestra genealogía!, afirma el ingeniero José Luis Osorio Mondragón, al tiempo que abre su cuaderno de notas y lee…

A principios del siglo XIX, Joaquín Mondragón llegó del viejo continente a la Nueva España, cuando la rebelión insurgente de algunos criollos era apenas un secreto a voces. A pesar de su juventud, Joaquín ya era capitán teniente coronel de la Compañía de San Blas, Territorio de Tepic. Fue entonces cuando conoció a la señorita Josefa Garduño, cuya familia se había establecido en la colonia desde mediados del siglo XVIII.

Joaquín y Josefa se casaron en Ixtlahuaca, en plena revolución de independencia, en 1819, cuando el recién llegado contaba ya con el cargo de Comandante de la Primera División del Sur, y tuvieron cuatro hijos: José María, Mariano, Ángela y Dolores.

Ahora, veamos qué pasa con los hijos.

Años más tarde, José María Mondragón Garduño –el primogénito- contrajo nupcias con María de la Luz Esquivel, dos veces viuda, hija de don Secundino Esquivel, sobrino nieto de Joaquín Esquivel, pintor del dieciocho cuyos cuadros aún pueden apreciarse en el Claustro de la Merced, al sur de la Plaza de la Constitución.

¿Un pintor en la familia, antes de Carmen Mondragón? –pregunta sorprendida Luz Elena.
¡Sí, hermana, y muy reconocido! –afirma Pa-. Mira que el mismo doctor José Ignacio Bartolache y Díaz de Posada, el eminente editor de El Mercurio Volante y creador en su época de exitosas pastillas férricas, al practicar una hesitación filosófica en torno a la imagen de la Virgen de Guadalupe…
-¿Una hesitación…?
-Sí, sí, es decir, una duda. La hesitación filosófica es la suspensión voluntaria y transitorio del juicio para dar espacio y tiempo al espíritu a fin de que coordine todas sus ideas y todos sus conocimientos.
-Eso me suena a Descartes.
-¡Muy bien, Luchena, qué puntual es tu comentario! Bartolache fue siempre un defensor ardiente de las ideas del francés. Pero déjame terminar. El autor de Netemachtiliztli (mira, aquí tengo el libro: trata en náhuatl el asunto de sus pastillas), al querer entender la extraordinaria conservación del famoso ayate (fabricado con ixcle, es decir, filamentos de maguey), así como de la imagen misma, mandó hacer copias de la guadalupana a diversos pintores, entre ellos a nuestro tío Joaquín…
-¿Y esas copias... se conservaron igual?
-No. Sin embargo, no es del milagro de lo que quiero hablar, sino del orgullo que me produce traer sangre de artistas reconocidos en su tiempo, como nuestro tío, don Joaquín Esquivel, una de cuyas descendientes es, te digo, María de la Luz Esquivel.

María de la Luz, María de la Luz. Me está gustando
-dice Ma, como pensando, para luego juntar sus manitas, como niña a la que se le platica la más hermosa de las historias- ¡Cuenta más, José Luis, cuenta más!

sábado, septiembre 16, 2006

Cuando escuches este vals II


Pero antes de seguir con tu fiesta de quince años y con la llegada de papá a la Ciudad de México, hablemos de tu nacimiento. Vas a perdonarme, a propósito, tanto desorden de tiempos, pero la fealdad de este nuevo siglo y la fealdad de esta ciudad me impiden narrar tu vida como yo quisiera, como tú lo hacías: cada cosa en su lugar, la ropa ordenada en el cajón respectivo, los platos bien apilados, la limpieza, el universo sin errores, la vida con calma, despacio que llevo prisa, decías. Hoy, en cambio, todo es más rápido... y, por eso, todo es más feo. ¡Cierra los ojos, mamá, este nuevo siglo no es el nuestro!

Dame permiso, mejor, de escribir como sueño.

Entre las sombras de los años veinte, basta una pequeña luz para que la década no sea en vano, no sea pura noche, tanta oscuridad. Hay, el 25 de septiembre de 1926, a las siete de la mañana, un amanecer que, sin saberlo, iluminará los muchos años que aún le quedan a la centuria. Una amanecer así de chiquito, una luz morena que hace de Tacubaya el centro de la historia.

Llegas al mundo el mismo año en que nacen Marilyn Monroe, Miles Davis, Michael Focault y Tony Camargo. Es el año en que muere Gaudí, arquitecto de los sueños, sueños de luz. Llegas a un México de días violentos: campesinos levantados en armas, guerra entre los indios yaqui y el gobierno de Plutarco Elías Calles; misas subrepticias, fusilamiento de curas; monjas escondidas y aisladas del mundo. Es el México de los años veinte, el mismo en que el rico industrial Carlos B. Zetina propone la reelección de Elías Calles (contrariamente a lo que se piensa, su primer apellido es Elías) y se queja de que las grandes haciendas, antes imperio de riqueza y producción, están siendo repartidas entre peones ignorantes incapaces de trabajarlas.

Es un México que vive los estertores de una revolución traicionada y vuelta mausoleo. Tu nombre completo es María de la Luz Gema de los Dolores Tagle y Aguilar de Osorio y Mondragón, y eres registrada el 17 de abril de 1927, dos días después de cumplir siete meses de nacida, en la Municipalidad de Tacubaya. Don Luis Melgarejo, juez del estado Civil, firma la constancia de tu nacimiento, y de ella dan fe, en el número 100 de la calle de Hidalgo, el adorado Pacito (José Luis Osorio Mondragón) y un señor llamado Manuel Palencia. Tus padres, mis abuelos, don José Tagle y Aguilar, poblano de cincuenta años; doña Concepción Osorio Mondragón, originaria de Texcoco y con cuarenta años de edad. ¡Qué atrevidos! ¡O cuánta salud la de entonces! Muchos años después, te reirás de esto:

-Pues tus abuelos ya eran grandes cuando yo nací, y mira: no me pasó nada, no me pasó nada, no me pasó nada…

Harás bizco y pondrás cara de mensa. Nos reiremos mucho, como para apagar el vértigo de las probabilidades. Pudiste haber salido de veras mal; pero fue todo lo contrario: saliste muy bien, con una inteligencia por encima de lo normal y con una belleza que todavía me trae locamente enamorado.

¡Mira lo que son las cosas! Ahora tengo la misma edad que tiene mi abuelo cuando naces. ¿Y tus abuelos, mis bisabuelos, aún están ahí o ya se fueron? José Pablo Tagle y Guadalupe Aguilar; José Delfino Osorio y María Mondragón.

Tío Carlos aprovecha la visita de su sobrino Agustín para leer ante él algunos pasajes de su nuevo proyecto literario: la biografía de Agustín Aguilar y Namorado, su padre, que entonces tiene ya cinco años de fallecido. Piensa que la edición puede hacerla el Centro Veracruzano de Cultura y quiere que el prólogo lo escriba don Erasmo Castellanos Quinto, alumno de mi bisabuelo en la Facultad de Derecho. Don Erasmo abandonó la profesión de abogado para dedicarse a las letras y la enseñanza de la literatura, y en 1941, a sus sesenta y tantos años, sigue siendo un muy buen amigo de la familia.

Los deseos de Tío Carlos, como sabemos, se cumplirán: el prólogo serña escrito por don Erasmo.

¡Muy interesante! Pero el joven Agustín anda con la cabeza en otro lado. Quiere conocerte, quiere ir a tu fiesta. ¡Y consigue ser invitado!

Tal vez es el primer baile formal de papá, y, como teme ser rechazado, decide sacar a la más fea. Al hacerlo y tocar su espalda, descubre que la pobre muchacha tiene un enorme grano a punto de estallar. Pero Agustín es un caballero: logra pescar unas cuantas palabras, tejerlas entre sí y formar dos o tres oraciones sobre el clima y lo bonito que dejaron el Zócalo para las fiestas patrias.

La pieza musical se vuelve eterna, como rosario en ayuno.

Al buscar con los ojos a Mario, entiende que la niña que baila con su primo eres tú. ¡Qué bonita, de veras que linda!, piensa papá, y por su cabeza pasan todas las estrategias que un adolescente de 17 años, católico y poblano, puede imaginar para acercarse a ti.

Con la cortesía necesaria, deja a la muchacha del grano y se dirige, con paso vacilante, a la entrada del hall. De pronto, escucha las melosas palabras de Mario:

-María de la Luz, aquí hace mucho calor. Vamos a la terraza.

El rostro de papá lo dice todo. Fija en una pequeña hendidura de la pared, su mirada revela la contrariedad de quien no contaba con la agradable sonrisa de su primo.

¿Qué está sintiendo papá mientras tú platicas con Mario? No es irritación contenida, no son celos, no es ni siquiera enojo. Cómo va a ser eso –piensa Agustín-, si no nos conocemos; pero, entonces, ¿por qué siento cosquillas en el estómago, como si no hubiera comido? Quién sabe, tal vez sea eso: hambre. Veamos qué encuentro por ahí.

Tú platicas con una nube sin rostro llamada Mario, y tus ojos siguen el movimiento de papá hacia la mesa de los canapés. Por fin y con mucho esfuerzo, logras llevar la conversación hacia donde deseabas desde hace rato:

¿Entonces –preguntas como si nada-, Agustín también es mi primo?

¡Sí! –dice la nube-. Es hijo de mi tío Ismael… y nieto, como yo, de Agustín Aguilar y Namorado, tío a su vez de tu papá, porque tu abuela paterna es Aguilar.

Entre adioses y besos al aire de parientes y amigos, ves salir a papá y a Mario; observas que platican, pero no escuchas sus palabras. En ese preciso instante, lo que más quisieras es saber de qué están hablando, al salir de tu casa:

-¿Y qué te pareció la prima?, pregunta Mario.
-Está muy buena. Me gustan sus trenzas.

Pero Agustín no quiere hacerse ilusiones: eres su prima, a fin de cuentas. Y con ese pensamiento regresa a Puebla. Abraza a mis abuelos –Ismael y Esperanza- y sube corriendo a su cuarto, saca la Apologética, busca las páginas sobre el matrimonio y se encuentra con que hay impedimento para que este sacramento se cumpla entre primos.

El joven Agustín cierra el libro y descarta cualquier esperanza. Por ese arrebato de desilusión, comete la torpeza de no dar vuelta a la página y leer que hay posibilidades de dispensa cuando se trata de primos en tercer grado.

viernes, septiembre 15, 2006

Cuando escuches este vals I

María de la Luz Tagle Osorio
1926-1997

Cuando escuches este vals,
has un recuerdo de mí,
piensa en los besos de amor
que me diste y que te di.
Si alguien pretende robar
tu divino corazón,
diles que mi alma te di
y la tuya tengo yo.
Cómo quieres, ángel mío,
que te olvide, si eres mi ilusión.
En el cielo, en la tierra,
en el mar, en la tumba
estaremos los dos.
Sí, mi vida es sólo tuya...
y tuyo mi corazón.


Medianoche de 1997, entre el 15 y el 16 de septiembre
. Suena el teléfono. Me levanto y descuelgo el auricular. Aún medio dormido, pregunto quién llama. Es Concepción, mi hermana mayor.

-Tino, acaba de morir mamá.

Se me desatan las amarras, se me viene todo encima, se me suelta un llanto angustioso, profundo... y caigo al suelo, hincado. Dolor nunca vivido, dolor en quién sabe que profundidades del alma. Dolor que sabe al odio de Dios. No reconozco la realidad, me parece absolutamente ajena, como si las palabras de mi hermana me hubieran transportado a una densa oscuridad espiritual. La muerte arde, la muerte ahoga, la muerte es insoportable, inhumana.

Han pasado nueve años... y todavía no termino la biografía de mi María de la Luz. El libro ya tiene título -Cuando escuches este vals- y comienza así:


Dicen que no es posible, pero yo sí me acuerdo. Tu leche tibia y la brevedad de mis manos en tu rostro, en tus labios. Nos miramos fijamente, sin entendimiento, pura ternura. El mundo está amueblado por tus ojos... y existo porque me miras. Ahora me acuerdo, aunque dicen que no es posible. Y, por supuesto, otros gozos más cercanos: la yema de huevo mezclada con azúcar, tus pestañas en mis pestañas, la mamila que sabe a miel, las ganas de tus arrullos. Pero primero tu leche... y tu mirada mientras bebo. El cielo es mi bochorno entre tus brazos.

Eres Dios y existes, la causa primera. Quiero entrar en ti, perderme en ti, desaparecer en ti, regresar a ti. Muero porque no muero. ¿Cómo te alcanzo, mamá, si la eternidad huye, se esconde y me abandona en el tiempo? Te llevaste todo, y nos dejaste en nuestra pequeñez, balbuceando tu nombre en cada esquina del día. ¿Hacia dónde miro para hablarte, para que me escuches? ¿Hacia las nubes, más allá de ellas? ¿Hacia tu cocina, hacia las cosas que pueblan tu casa, nuestra casa? Estás escondida en la inmensidad de Dios, detrás de su Divina Providencia. Desde la profundidad de los abismos, te llamo.

Tal vez duermes en el silencio de papá, quien, desde que te fuiste, no ha vuelto a ser el mismo. Dice él que con tu partida perdió su infancia. Parece que ya nada le interesa. Te sugiero que lo abraces, porque le haces mucha falta. Y tus hijos andamos en las mismas, pero la vida nos obliga a decir que vamos bien, y hasta hacemos como que se nos olvida el dolor. Papá, en cambio, no tiene compromisos más que contigo. Tiene derecho al silencio. Míralo, escucha esos ojos que te buscan.

Hoy fuimos al Panteón Francés, a las cinco de la tarde. Pero estaba cerrado. Ya no pudimos entrar. Mañana, sábado, volvemos. De cualquier manera, aproveché para tomarle dos fotografías a papá en el vagón del Metro. Míralo, te digo, escucha sus ojos.

Y luego nos peinas con limón. Pero lo que a mí me gusta es tu pelo, y el ruidito que haces cuando te miras al espejo, con un pasador entre los dientes. Me gustan los picoretes que te das con papá cuando él regresa del trabajo –manojo de llaves y pañuelo arrugado sobre el tocadiscos Philips -. Besos de pájaro que alivian mis adentros. A esas horas, hay juego de aromas en la casa: tortilla medio quemada, bolitas de arroz que flotan en caldo de jitomate, el bistec y sus jirones de cebolla; puré de papa, a veces de manzana, como guarnición; agua de Jamaica o limonada; aguacate untado al bolillo, mantequilla en todas partes. La casa huele a ti, a tus manos; la casa eres tú y tus menjunjes, el árnica para el chipote y tus besos para el susto. Pero sobre todo... tu leche. Dicen que no es posible, pero yo sí me acuerdo.

Eres, mamá, un continente, y este libro es un viaje a tu interior. Visitarte, ir de excursión por tu vida es tarea de viajeros experimentados, pues nadie sale de ti sin modificaciones profundas en el alma. Mira a papá, por ejemplo: tu existencia lo embelesa y, así, arrancas de su mente la peregrina idea de hacerse jesuita. ¿Te acuerdas? Puede ser tu mirada, la de esos ojos tuyos que, para fascinar, miden de manera oblicua a quien se acerca; es la mirada que hoy se repite en tus hijas y en tus nietas, porque en ellas estás, tan viva y tan hermosa como aquel otoño de 1941, cuando te vuelves, de pronto, causa de un encantamiento.

De Puebla viene papá al Congreso del Apostolado de la Oración que se celebra en la Ciudad de México. Se trata de una organización jesuita, de la que el joven Agustín, con apenas diecisiete años, es entonces celador, es decir, encargado del cuidado espiritual de diez muchachos, apenas un poco menores.

Se hospeda en casa de tío Carlos Aguilar Muñoz, hermano del abuelo Ismael.

¿Te acuerdas? ¡El tío Carlos, el poeta! Poeta menor, pero poeta al fin. ¿Desde entonces no oía, o eso fue después? Tú me contaste que Tía Luz -su mujer- hablabla y hablaba y hablaba, sin parar y siempre para reconvenir a su marido por alguna minucia, y que Tío Carlos simplemente apagaba su aparato para la sordera... y listo: miraba a su amada esposa con la sonrisa de un beato.

¡Un beato, vaya! Te has de reír de mis palabras. Tío Carlos nunca fue santo de tu devoción: él tuvo mucha culpa en los maltratos que recibió su nuera, Tía Margarita, a la que tu adoras, ¿verdad?

¡Te fuiste antes de ver cosas muy tristes, mamá! Te hubiera dolido mucho ver morir a Alejandrina. ¿Qué pasó? No sé, parece que que mi prima era de presión alta, y no cuidó su corazón. Ya te imaginarás cómo anda Tía Margarita, con esos ojos de quien ha llorado noches enteras.

Y es que todos hemos llorado mucho desde 1997. Parece que impusiste la moda esa de morirse. Ya enterramos a Tío Nico y a Tía Tere (puedes estar tranquila, Mago estuvo a su lado en los últimos momentos, con los labios pegados a la frente de su madre, y las manos en sus manos); ya descansa también mi prima Lupita, y mi Tía Lili ha sido fuerte para soportar la ausencia de su hija.

Mejorar volvamos al presente, a este septiembre de 1941.

Tío Carlos le cuenta a papá de ti y de la celebración de tus quince años, en Tacubaya. Papá se anima a conocerte y llega a las cinco y media de la tarde. Observa que tu chambelán es el primo Mario -unigénito de Carlos-, muy guapo, con su pelo ensortijado, casi como lana de borrego (muchos años después, en el Colegio México, Tío Mario será apodado La Borrega, precisamente por su hermoso cabello).

El baile es el de Los Lanceros. No puedes disfrutar tu propia fiesta, porque cada vez que algún joven va hacia ti para sacarte a bailar, mi abuelo José te hace subir a los cuartos con cualquier pretexto:

-Ve por el suéter de tu hermana, que se va a resfriar. Ve a dejar el abrigo del doctor, ve, ve, ve...

Mi abuelo, tan celoso de ti.


¡Mira esta foto! La señorita Luz Elena Osorio Mondragón (Ma), el ingeniero José Luis Osorio Mondragón (Pa), mi abuelo José Tagle y Aguilar, mi abuela Concepción, Tití... ¡y Nené, es decir tú, de muy chiquita! Ha de ser 1927. Todavía faltaba mucho para 1941, cuando brotó el encanto en tus sueños.

A punto de cumplir quince años, eras Judy Garland levantada por un tornado y llevada a quién sabe dónde, a los brazos de Cary Grant, de seguro, lejos del Londres bombardeado y de la Grecia invadida por los alemanes, lejos de Manuel Ávila Camacho, nuevo presidente, y de León Trostky, refugiado en Coyoacán; lejos de los espías y de los espiados, lejos de la segunda boda de Diego Rivera y Frida Khalo, lejos de José Vasconcelos, que acababa de regresar del exilio; lejos de Pearl Harbor.

Lejos del mundo, cerca de ti.

Traías una extraña imagen desde hace dos años: el General Almazán había recorrido algunas calles montado en un caballo blanco, y acompañaste a Pa hasta el Monumento a la Revolución, para apoyar al candidato del Partido Revolucionario de Unidad Nacional; pero sobre el caballo blanco tú no viste, niña, a ese hombre más bien feo sino al príncipe de tus sueños, tu primo Agustín, al que ese año conociste y a quien, más tarde, le escribiste los cuartetos de tu ternura:

Como rosa que al sol se abre,
como rocío que se estremece,
así mi alma desfallece,
por alcanzar tu divino amor.

Qué grande ante mi vista es
el oyamel que hoy nos cubre,
tal parece querer en su altivez
tocar con su punta el cielo.

Al igual que el oyamel,
en un esfuerzo supremo
quiero tocar mi cielo,
quiero el imposible... a ti.

Mas si todo en vano es
y a mí, como al campo, el hielo me matara,
antes de morir te dijera:
muero pensando en ti.


Calcomanía fue el título de tus versos, al estilo de Campoamor. Flotabas entre nubes y escuchabas las notas desprendidas de la Orquesta Sinfónica de México, que acababa de estrenar el Huapango de José Pablo Moncayo. Coleccionabas poemas de amor en una libreta, a la que también añadías, para dejar claro el sentido de tus sueños, recortes de revistas de modas. Los poemas y las imágenes de esa libreta te delatan: las ganas de un beso.

¿Regresamos a tu fiesta de quinceaños?

jueves, septiembre 14, 2006

Ruta 61 y la política

¿Es válido, es conveniente, es de buen gusto que el clima político en el que nos encontramos se cuele a veces en nuestro querido Hoochie Coochie Bar? Quiero decir, ¿hacemos bien en llevar las cosas públicas a uno de los círculos privados de nuestro placer?

Para responder, habrá que mencionar dos circunstancias harto distintas:

1. La mayoría de las personas que frecuentamos Ruta 61, acudimos al bar con el deseo de estar con los amigos y de escuchar blues. Es natural, sin embargo, que la política sea tema de conversación. Más de una vez, en las mesas de este hermoso lugar hemos expresado nuestras opiniones personales y discutido sobre ellas, incluso de manera acalorada. Pero no sólo de política hemos polemizado, también de fútbol, de música, de sexo, de religión, de cronopios, de famas, de esperanzas... Y creo que la amistad siempre ha salido bien librada de nuestras pláticas. Hasta ahí, pienso que no hay problema alguno: así seguirán siendo las cosas, para mayor gloria del amor y de la pluralidad del ser humano.

2. El asunto se complica cuando una persona usa el espacio exclusivo de la música (es decir, el escenario) para imponer a gritos su postura política. Me entero, por Lalo Serrano, que ya un parroquiano se quejó por haber tenido que soportar cierta noche la inclusión de consignas políticas de un "blusero" (ha de ser músico de blusa) en su espectáculo.

a) No se vale. Entiendo la incomodidad y la queja.

b) No estamos ante un acto de valentía rebelde sino ante ese aspaviento grosero y arrogante que tanto daño le ha hecho a la izquierda.

c) Se trata de una actitud cavernícola tan repugnante y siniestra como las mentadas de madre de quienes pasan en sus automóviles cerca de Reforma para insultar a quienes tomamos Reforma durante más de un mes (el plantón mismo es discutible, y habrá que analizarlo con el tiempo y a la luz de su pertinencia presente y futura en las acciones de resistencia civil pacífica).

d) Me dice Lalo Serrano que el vociferante se atrevió a pronunciar su consigna porque entre el público asistente se encontraba Pablo Gómez, senador del PRD para la LX Legislatura. Sí, lo creo: hay individuos tan estúpidos que creen que gritar consignas frente a una figura pública admirable les acarreará la simpatía y el agradecimiento de éste.

e) Sin embargo, en una cosa creo que se equivocan el denunciante quejoso y el mismo Lalo Serrano: Pablo Gómez nunca ha avalado esas conductas, y casi puedo asegurar que en ese momento se habrá sentido muy avergonzado, como avergonzado se sintió cuando -en otra ocasión- dejaron en su mesa un portavasos con propaganda igualmente política (me dice Lalo que el senador simplemente sonrió y volteó el portavasos).

Dicho lo anterior -y siendo este blog una recámara virtual de Ruta 61-, me permito transcribir aquí un texto político, ofreciendo mis más sinceras disculpas por hacerlo: creo que, a diferencia del bar real, este espacio tiene las propiedades de lo privado y de lo íntimo.

El Blues de la Estufa Divina es una mesa más de Ruta 61, y los temas que aquí se tocan no interrumpen el gozo de la música ni el disfrute del blues.

A unas horas de iniciar los trabajos de la Convención Nacional Democrática, creo conveniente dar lectura cuidada, serena y responsable a las palabras que Cuauhtémoc Cárdenas acaba de enviar a Elena Poniatowska.

Sólo así -escuchando todas las voces- podremos llegar a las mesas de discusión sabatinas, no para repetir consignas (que son rezos, y que como tales tienen carácter religioso) sino para pensar, para intercambiar ideas, para contribuir a la construcción de un México más justo, para salir de la simulación de las instituciones y hacer de la democracia una realidad nacional.

Las negritas son mías.


Elena:

En la edición del diario La Jornada (página 8) del 10 de septiembre aparece una nota encabezada “Marcos y Cárdenas no apoyaron a AMLO por envidia”, en la cual se te atribuye, entrecomillada, la siguiente expresión: “Si estos tres personajes [en el texto de la nota se agrega a Patricia Mercado] se hubieran sumado, si no se hubieran echado para atrás, no habría la menor duda del triunfo de López Obrador, pero no lo hicieron por envidia”.

No me corresponde hablar de las razones de Patricia Mercado ni del subcomandante Marcos para haber adoptado las posiciones que adoptaron frente al proceso electoral reciente, pero puedo asegurarte que no fue la envidia lo que los motivó a actuar como lo hicieron, sino que, entre otras cosas, sólo ejercieron su derecho a pensar diferente.

En lo que a mí respecta, tu talento y trayectoria me obligan a darte una respuesta, obligadamente larga, de por qué no participé en la campaña de la coalición Por el Bien de Todos ni participo en la Convención Nacional Democrática, que empieza por decirte que la envidia no ha tenido lugar hasta ahora en mi conducta, ni pública ni privada, y que nunca me he echado para atrás frente a los compromisos que he asumido a lo largo de una ya larga vida.

Con Andrés Manuel he compartido por años propósitos y episodios importantes de la lucha por la democracia en nuestro país. Nunca exigimos incondicionalidad ni subordinación en nuestra relación. El trato en los muchos encuentros de los dos, puedo decirte, ha sido cordial y respetuoso.

Mis desacuerdos o desencuentros con él no son de carácter personal. Las diferencias que existen entre ambos son relativas a las formas de hacer y entender la política y sobre algunos aspectos programáticos, acentuadas, ciertamente, cuando se trata como hoy de los destinos del país y a partir de que se iniciara el proceso que debía conducir a la pasada elección del 2 de julio y respecto al cual ambos definimos con anticipación y públicamente nuestras posiciones frente al país y a la ciudadanía, él a través de sus “20 puntos”, sus “50 puntos” y del libro Un proyecto alternativo de nación, yo mediante la publicación de Un México para todos, de autoría colectiva. Aun con esas diferencias, mi voto fue por todos los candidatos de la Coalición, como en su momento lo hice público.

Una de las discrepancias que resaltaría de esas publicaciones es con relación al juicio que hace, sin mencionar nombres, de la digna y firme defensa del principio de no intervención y de la paz que hizo Adolfo Aguilar Zinser como miembro del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas.

Al respecto, Andrés Manuel escribió: “Después del triunfo de Vicente Fox, nuestra política exterior se ha conducido con desmesura. El resultado más notorio ha sido la afanosa intervención en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que en la práctica sólo vino a complicar aún más nuestra situación internacional”, lo que me lleva necesariamente a preguntar si la política exterior de México debe plegarse incondicionalmente a la de Estados Unidos con el fin de no complicarse y olvidarse entonces de la defensa de los principios, de tomar decisiones soberanas en función de los intereses del país y de la dignidad misma de la nación, que gobierno y ciudadanos estamos obligados a respetar y a hacer valer.

Se dice también en ese proyecto: “Los sueños de ver a México como gran protagonista en el concierto de las naciones son sólo eso: espejismos protagónicos para alimentar ambiciones personales que nada tienen que ver con el país real”, lo que me lleva a pensar que se quieren desconocer los logros de la política exterior mexicana como, entre otros, la aprobación por amplísima mayoría de la Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados, el reconocimiento del derecho de los Estados a su mar patrimonial o la participación en el Grupo Contadora para lograr la pacificación de Centroamérica, que implicaron el despliegue de una gran actividad —y si se quiere llamar protagonismo— de la diplomacia mexicana.

Encuentro como una grave omisión de un candidato presidencial no tomar posiciones claras y públicas respecto a cuestiones importantes, tanto del momento como con consecuencias hacia adelante.
Puedo citarte los casos siguientes respecto a los cuales Andrés Manuel no se pronuncia todavía y que quienes consideramos prioritaria la lucha por el rescate y ejercicio pleno de la soberanía y por la cabal vigencia de un Estado de Derecho estimamos fundamentales: no ha habido una toma de posición en relación a los contratos de servicios múltiples de Petróleos Mexicanos; tampoco respecto a la ilegal prisión y la extradición hace unas cuantas semanas de seis ciudadanos vascos.

Sobre la iniciativa Sensenbrenner, que de llevarse a la práctica vulnerará los derechos de miles o millones de mexicanos en exilio forzado en Estados Unidos; la mayor y excesiva militarización de la frontera común del lado norteamericano, que constituye, sin lugar a dudas, un acto inamistoso hacia México; la iniciativa del Área de libre comercio de las Américas del presidente Bush y la propuesta alternativa de promover un acuerdo continental de desarrollo.

La iniciativa de ley de sociedades de convivencia, bloqueada en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal en los primeros tiempos de su gestión; la falta de tacto y de oficio diplomático en las relaciones del gobierno mexicano con los gobiernos y Jefes de Estado de Cuba, Venezuela, Argentina y Bolivia.

Reconocerás que en el círculo de colaboradores cercanos de Andrés Manuel se encuentran algunos de los que instrumentaron el fraude electoral y la imposición en 1988 desde el gobierno, el Partido Revolucionario Institucional, la Cámara de Diputados y la Comisión Federal Electoral, que impuso la banda presidencial a Carlos Salinas el 1 de diciembre de 1988.

Además, el que instrumentó la privatización del Canal 13 de la televisión; el que ha declarado que el proyecto económico de Andrés Manuel es el mismo que el de Carlos Salinas; el que pretendió promover la reelección de éste. Pero a ninguno, que se sepa, ha pedido Andrés Manuel explicación sobre su cambio de piel política y ninguno la ha dado públicamente.

Este mismo grupo es el que ahora, con algunas adiciones, acompaña a Andrés Manuel en sus nuevos proyectos y el de quienes podría pensarse que formarían parte de su gobierno, que no sería por sus antecedentes y falta de deslindes, un gobierno identificado con los principios y las luchas del PRD y de manera más amplia con aquellos de la izquierda mexicana.

Sólo para argumentar sobre uno de los casos: de seguirse la política económica del salinato, se proseguiría con la enajenación del patrimonio estratégico de la nación y con el desmantelamiento de la planta productiva, se pondría en práctica una política entreguista en lo económico y de subordinación en lo político, se profundizaría el desastre productivo y social del campo mexicano, se mantendría acrecentado el flujo migratorio masivo hacia Estados Unidos y se haría cada vez más agudo el proceso de concentración de la riqueza en pocas manos.

Por otra parte, no se podrá decir que no manifesté oportuna y públicamente mi desacuerdo con la postulación por parte de la coalición Por el Bien de Todos, de la que el Partido de la Revolución Democrática fue el eje, de candidatos con posiciones públicas contrarias a los principios del PRD, que nunca se deslindaron de sus pasados políticos ni han explicado las razones de su traslado al PRD o cómo concilian un pasado antagónico con los principios del PRD al haber aceptado una candidatura de éste, que no los representa por sus trayectorias y posiciones políticas públicas.

Ahí están, como muestra, algunos que fueron candidatos y otros que ya son legisladores en funciones. En este caso, voces como la mía y las de muchos otros que sólo demandaban congruencia, fueron simplemente ignoradas.

•••

En los últimos días de mayo hice público un documento a través del diario La Jornada denominado “Viendo hacia adelante: un camino democrático y progresista para México”, en el cual planteaba algunas cuestiones que me parece fundamental que se lleven a la práctica en el próximo sexenio, que pudieran ser consideradas por los candidatos entonces en campaña.

No merecieron la mínima observación, ni en sentido negativo ni en positivo, por parte del candidato de la coalición y la misma actitud de ignorar críticas, discrepancias e incluso planteamientos coincidentes con su línea política recibieron muchos de aquellos que por largo tiempo han militado en el campo progresista.

Digo en ese documento —y te lo reitero ahora— que al no haberse dado relevancia a la presentación y discusión de propuestas y compromisos por parte de los candidatos a lo largo de los meses de campaña, se hace necesario insistir en pensar y discutir el país que queremos, por encima de todo y antes que nada, así como en cambiar radicalmente la forma de hacer política, subordinándola a un proyecto de país y no a la simple ambición de poder o a la toma coyuntural de decisiones.

Entre las cuestiones básicas que no se discutieron en el ir y venir de las campañas estuvo la continuidad de la reforma electoral, que después del 2 de julio y ante los serios cuestionamientos que se han venido haciendo a la calidad del proceso electoral se ve aún más urgente, ya que a pesar de los muchos cambios que ha sufrido la legislación correspondiente, continúa inconclusa.

La gente reclama reducir y transparentar los gastos de las campañas; reclama que se llame a las cosas por su nombre, empezando porque las supuestas precampañas se reconozcan como campañas en la ley y en los cómputos de gastos y tiempos electorales; reclama abrir la posibilidad de candidaturas ciudadanas que no tengan que pasar necesariamente por la aprobación y gestión de los partidos políticos.

Además, facilitar el registro de nuevos partidos políticos, sin que el registro represente acceso automático a la asignación de dineros públicos; restituir en la ley la figura de las candidaturas comunes; reunir en no más de dos momentos dentro de un sexenio, los procesos electorales federales, estatales y municipales; y establecer las dos vueltas en las elecciones, tanto presidenciales como legislativas.

En materia de reforma electoral, la medida más efectiva, aquella donde se encuentra la principal respuesta a las exigencias populares, la reforma más de fondo es hacer equitativos los tiempos en los que partidos y candidatos tengan acceso a los medios electrónicos de comunicación, así como acotar los periodos en los que pueda hacerse propaganda dirigida al público, prohibiéndose a partidos, candidatos y particulares comprar tiempos en los medios electrónicos —televisión y radio comerciales— y que éstos sean asignados por la autoridad electoral de manera equitativa.

Lo anterior para que no sea el gasto mayor o menor en la compra de tiempos lo que determine la mayor o menor presencia de las alternativas electorales que se ofrezcan a la ciudadanía al través de esos medios. Así se tendrían campañas equitativas y se lograría una reducción sustancial de los tiempos y las erogaciones públicas —y en su caso privadas— en las campañas electorales.

Por otro lado, y también en relación con la cuestión electoral, debe legislarse para prohibir que en la publicidad que se hacen las dependencias oficiales al través de los medios de información —televisión, radio, prensa escrita— aparezcan imágenes y nombres de funcionarios, que si bien pudieron haber participado en la promoción o ejecución de algún programa o proyecto público, no hicieron sino cumplir con su obligación y en su caso, con un mandato ciudadano, pues fue irritante y ofensivo en las precampañas, como creo te consta, ver cómo candidatos o precandidatos de los tres partidos de mayor presencia nacional, despilfarraron a lo largo del sexenio y hasta que dejaron sus cargos, dineros públicos para su personal promoción político-electoral.

Es necesario comprometerse con reformar la reciente y vergonzosamente aprobada Ley de Radio y Televisión, recuperando para el Ejecutivo la capacidad de normar la operación de los medios de información electrónicos con sentido de servicio público y de equidad, abriendo las posibilidades, a partir de los avances tecnológicos en la materia, de otorgar nuevas concesiones a instituciones de educación superior, gobiernos estatales y municipales, organizaciones culturales y comunitarias y sociedades comerciales sin vínculos con los medios ya en operación.

Es ya oportuno también convocar a la revisión, con sentido y procedimientos democráticos, de las bases y los términos de nuestro pacto federal.

De esa revisión habrá de surgir la nueva Constitución que contenga la estructura y competencias de la Federación, los estados, los municipios y de los tres poderes de la Unión, que considere los derechos ya ganados por los mexicanos, sus nuevos derechos y los procedimientos para que el ciudadano o las colectividades hagan exigible su ejercicio frente al Estado.

Una que esté concebida visualizando la presencia de nuestro país en el mundo globalizado, que establezca los cauces para el tránsito de una democracia representativa plena, aún por alcanzarse, a una democracia de amplia participación social, así como los mecanismos de consulta ciudadana, iniciativa popular y de revocación de los mandatos, entre otras cuestiones.

Lo que hasta aquí te he expuesto son algunas de las razones que a mi juicio determinaron el número de votos que obtuvo Andrés Manuel el 2 de julio. Por estas mismas razones no creo, contra lo que tú has declarado, que mi ausencia de los actos públicos de la campaña haya provocado una dramática disminución de las preferencias electorales a favor de la coalición. Seguir argumentando más sobre estas cuestiones, sería entrar a un terreno estéril de especulaciones.
Yendo a otros temas, me preocupa profundamente la intolerancia y satanización, la actitud dogmática que priva en el entorno de Andrés Manuel para quienes no aceptamos incondicionalmente sus propuestas y cuestionamos sus puntos de vista y sus decisiones, pues con ello se contradicen principios fundamentales de la democracia, como son el respeto a las opiniones de los demás y la disposición al diálogo.

Me preocupa, asimismo, que esas actitudes se estén dando dentro del PRD y en sus cuadros dirigentes, pues se inhibe el análisis y la discusión de ideas, propuestas y alternativas entre compañeros, más allá de que esa cerrazón se extiende también a lo que pueda llegar de afuera del partido; que la conducción política y las decisiones tomadas después del 2 de julio, como el bloqueo de Madero, Juárez y el Paseo de la Reforma —excluyo la ocupación de la plancha del Zócalo— se estén traduciendo en pérdidas y desgaste del movimiento democrático en lo general y del PRD en lo particular.

Me preocupan los cambios contradictorios de línea política: a un medio de información norteamericano Andrés Manuel le declaró no ser de izquierda, cuando había declarado serlo a lo largo de precampaña y campaña. Por otro lado, el 10 de agosto pasado se publicó en La Jornada una entrevista que hiciste a Andrés Manuel en la que preguntaste: “Si llegaras a la Presidencia, ¿tendrías que moderarte?”.

A lo que respondió: “Si, la institución te lo exige, yo lo haría. Es más, durante la campaña y hasta ahora no he dicho cosas que pienso sobre mi país, porque me he autolimitado, porque mi rol es hasta ahora uno.Una vez que se resuelva este asunto [el conflicto poselectoral], ya veremos.

Pero muchas cosas me las guardé porque uno tiene que actuar de una manera cuando es candidato y, desde luego, actuar de otra manera cuando se es Presidente, y de otra manera como dirigente de resistencia social. Pero en cualquier circunstancia uno tiene que mantener sus principios. Es nada más un asunto de matices, de moderación”.

¿Por qué entonces guardarse de fijar posiciones y hacer propuestas, cuando era precisamente en su calidad de candidato a la Presidencia cuando se tenían que hacer definiciones que atrajeran con lealtad y orientaran con rectitud el voto de la ciudadanía? ¿No es principio básico de un comportamiento leal y democrático actuar con transparencia y hablar con la verdad? ¿Cómo lo explicas tú?

En reciente documento suscrito por Andrés Manuel se plantea que la convención que él ha convocado para celebrarse el 16 de septiembre “decida si el órgano de gobierno y quien lo represente, se instale y tome posesión formalmente el 20 de noviembre o el primero de diciembre de 2006”.

Aquí me surge la siguiente pregunta: si se considera que el gobierno actual ha quebrantado ya el orden constitucional ¿para qué esperar al 20 de noviembre o al 1 de diciembre, por qué no empezar por desconocer a la administración en funciones, como sucedió cuando el movimiento constitucionalista encabezado por el Primer Jefe Venustiano Carranza desconoció al gobierno usurpador de Huerta, a los poderes Legislativo y Judicial y a los gobiernos estatales que no acataran el Plan de Guadalupe?

No pienso que así deba procederse. Hacerlo sería un craso error, de altísimo costo para el PRD y para el movimiento democrático en su conjunto. Por el contrario, estoy de acuerdo con la sensatez y sabiduría de Luis Villoro, que en un artículo reciente dice que la discusión de un proyecto nuevo de nación requiere de tiempo para su debate y no puede aprobarse en un acto declaratorio en el Zócalo, al calor de un discurso, pues haría falta por lo menos la consulta y la anuencia de delegados de toda la República.

Es decir, agrego yo, de un amplio proceso de análisis y discusión, que en función de un proyecto de nación construido colectivamente en la pluralidad y mediante procedimientos democráticos, desemboque en la elaboración de una nueva norma constitucional.

Villoro expresa también que “muchos no podemos estar de acuerdo con nombrar un nuevo presidente en rebeldía. Esto rompería, aunque sólo fuera simbólicamente, el orden constitucional. Para sostener una amplia y permanente oposición lo que menos necesitamos son actos provocadores.

Lo que sí es necesario, pienso yo con muchos conciudadanos, es caminar hacia la paulatina realización de un nuevo proyecto de nación para el porvenir cercano… Un proyecto de oposición podría seguir ciertas ideas regulativas: una nueva ley electoral; una nueva legislación sobre los derechos de los pueblos indígenas; resistencia contra la privatización de los recursos naturales; lucha contra la corrupción; ampliación de la educación en todos sus niveles; lucha para disminuir radicalmente la desigualdades económicas y sociales. Una izquierda nueva podría aglutinarse, sin perder diferencias, en las líneas de un proyecto semejante”.

Como ves, con esta larga carta lo que hago es defender el derecho a disentir, a pensar diferente, a pensar que cuando se ha impedido ha conducido a dictaduras, opresión, represión, sectarismos e intolerancia, que estoy cierto, ni tú ni yo queremos ver en nuestro país.

Muy atentamente

Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano