viernes, julio 28, 2006

Florilegio de alborotos V

Primero, lo primero.

Quienes hemos tenido la suerte de escuchar en vivo a Vieja Estación, sabemos que estamos ante la mejor banda de rocanrol de esta amada ciudad. Y si, para colmo de gracias, se cuenta en casa con Todo perro tiene su día, su más reciente álbum, entonces cualquier duda se despeja: al fin, una banda concentra en su música los más altos valores del género, enriquecido en este caso por el blues que el grupo viene cultivando en Ruta 61.

Muchos parroquianos no se han conformado con deleitarse con las piezas y las interpretaciones del grupo argentino, sino que, a veces, se acercan a sus miembros para solicitar mayores beneficios. Por eso, dos de ellos han sido convencidos para que, en su tiempo libre, impartan clases de su instrumento: José Luis Sánchez y Santiago Espósito.

Si alguno de mis tres lectores está interesado en conocer algunos secretos de la guitarra de blues y de rock, no dude en comunicarse con Santiago (Tomy, le decimos sus parientes); o si desea explorar la magia y el arte de los teclados, ahí esta José Luis (Josefáin, le decimos al saludarlo con los brazos abiertos).

¿Qué esperas? ¡Llama ya!
5584-9330

jumpin_sánchez@hotmail.com
tomyduane@hotmail.com

domingo, julio 23, 2006

Esa viscosa manera de arrancarme la placa

La Tierra es plana, y quienquiera que rechace esta afirmación es un ateo que merece ser castigado.
Abdel-Aziz Ibn Baaz, suprema autoridad religiosa de Arabia Saudita, fatwa de 1993.


Todo lo que usted y su novia no harían ante Jesús… ¡no lo hagan! Es pecado.
Dawlin A. Ureña, pastor.


A ver si me doy a entender...

Creo que fue Lenny Bruce quien dijo que si Jesús hubiera sido ejecutado hace apenas sesenta años, hoy los niños católicos irían a la escuela con sillitas eléctricas en sus cuello en lugar de cruces. Y la estrafalaria insinuación del comediante neoyorkino (1925-1966) tiene doble filo:

1. La reflexión humorística sobre los crímenes de odio. En el caso de Jesús, ese odio fue sembrado por el Sanedrín, que era lo que en el México de hoy es el Consejo Coordinador Empresarial, grupo capaz de convertir a Cri-Cri en alacrán si lo escucha cantar La Sandunga.

2. La graciosa mención a esa imperiosa y tribal necesidad que tienen los creyentes de hacer pública su fe y de hacerse notar con signos exteriores, a la vez que advertir públicamente que ellos son diferentes y dueños de la Verdad (así, con mayúscula dogmática).

Si todo quedara en el chiste de Lenny Bruce sobre la exteriorización de la fe, no tendríamos por qué incomodarnos (aunque Jesús condena las prácticas hipócritas de escribas y fariseos -sepulcros blanqueados los llama en el capítulo 23 de Mateo-).

A mí, personalmente, no me molesta que alguien traiga colgado un crucifijo, a menos que en la crucecita diga Chinga tu madre, Agustín. Entonces sí, como que ya no se vale: empiezo a sospechar que la religión de ese individuo tiene el claro propósito de eliminarme o, al menos, de aterrorizarme psicológicamente.

Hace muchos años, compré una crucecita de plata en El Palacio de Hierro, y se la regalé a Alejandra (q.p.d.), recién la conocí, con el propósito de que cayéramos juntos en el pecado que san Pablo menciona durante su primera Carta a los Corintios (6, 18-19). Así que hasta le encuentro cierto toque de buen gusto y mucha capacidad seductora al recuerdo de lo sucedido en el Gólgota hace más de dos siglos.

El problema es que, luego, los fieles pasan fácilmente de la práctica íntima de su fe al deseo irresistible de convertir al prójimo a través de la evangelización (con el pretexto de que Jesús dijo que todos predicáramos la buena nueva -sí, pero no se refería a que nos convirtiéramos en vendedores por cambaceo-). Por eso, cuando alguien llega, me abraza y me dice hermano, tengo que determinar rápidamente si se trata de un borracho o de un cristiano, porque de ello depende mi respuesta.

Viene esto a cuento porque el sábado me encontré con un viejo amigo, a quien quiero mucho -pero de veras mucho-. Nos abrazamos, casi nos besamos, besé a su mujer, abracé a uno de sus hijos (siempre quise llegar a la edad de decir con naturalidad: ¡Pero si estás enorme, muchacho!) y conversamos.

De pronto, sin motivo alguno, se arremangó la camisa con evidente deseo de que yo descubriera en su muñeca derecha un listón azul con el nombre del candidato de Acción Nacional a la presidencia de la República.

Supongo que su gesto tenía como propósito iniciar la eterna e irresoluble discusión sobre nuestras diferencias políticas, culturales e ideológicas. Digo, no nací ayer.

Me hice guaje, como siempre lo hecho. ¿Qué caso tiene buscar pleito por el legítimo derecho a portar y mostrar un listón, cuyo significado –hasta donde entiendo- se centra en condenar de manera intransigente el legítimo derecho de otros a dudar de la limpieza de las recientes elecciones?

Otras personas me han propuesto prender en mi solapa un pequeño moño tricolor, para manifestar así mi convicción de que otra vez, como siempre, nos quieren dar gato por liebre. No lo he hecho ni pienso hacerlo, por la sencilla razón de que podría así irritar a personas a las que quiero mucho. ¡Mejor dejémoslo así, guardemos silencio cuando tengamos la oportunidad de reunirnos! Hay tantas cosas hermosas en la vida, y de ellas podemos platicar, incluso sin necesidad de estar de acuerdo.

Sin embargo, pasé la tarde del sábado con una extraña sensación de desasosiego, porque descubrí una constante en mis relaciones amistosas: parece que elijo a mis amigos de acuerdo a su capacidad para lastimarme, herirme, molestarme y ofenderme.

Recuerdo a otro amigo, al que quiero de veras mucho. Cuando éramos adolescentes –y a sabiendas de que yo era entonces un católico fervoroso-, se solazaba en blasfemar frente a mi persona y en cometer actos vandálicos contra símbolos asociados a mi fe. Una vez, se orinó sobre una pequeña Virgen de piedra colocada en un callejón de Coyoacán, acto con el que no sólo ofendió mis creencias sino que demostró su estúpida barbarie.

Otro amigo adorado –el mismo que ahora porta su listón azul en la muñeca-, se pasó años afirmando una de las mayores sandeces que he escuchado en mi vida (y creo que sigue sosteniendo la misma babosada): ¡Que Charlie Watts no sabe tocar la batería! El problema era doble: con tal aseveración, mi amigo demostraba su absoluta sordera musical; pero lo más grave estaba en su insensibilidad, en su falta de tacto… porque, como miembro de los Stones, Charlie Watts es sagrado, intocable, divino.

Este amigo bien sabía que al insultar a Charlie nos hería a Gerardo –mi hermano gemelo- y a mí en lo más profundo del ser.

-¡Ay, pero qué delicados!

Pues sí, así somos. Nos hicieron de piel muy fina.

Advierto que hoy soy agnóstico, y como tal no afirmo ni niego la existencia del otro mundo. De cualquier manera, evito generar en mi corazón relaciones metafísicas con mis semejantes (la excepción es mi Diosa Madre, que hoy se encuentra sentada en una enorme hoja de loto, flotando apaciblemente en el caldo del cosmos primigenio; ella, María Coatlicue Yocasta Afrodita de la Luz, espera pacientemente la siguiente vuelta del tiempo, para volver a nacer el 25 de septiembre de 1926). Sin embargo, admito que, por la inclinación de mi carácter, siempre siembro en mi alma las semillas de veneración hacia las personas que amo y hacia las personas que admiro.

Sin embargo, entiendo que esto no siempre lo entiende la gente. Así es que muy seguidamente experimento un dolor intenso cuando alguien clava otra espina en la corona de Nuestro Señor Jesucristo, que es toda la gente a la que amo, toda la gente a la que quiero, toda la gente a la que admiro.

En fin, a los amigos no puede uno cambiarlos. Hay que quererlos así, como son, incluso cuando nos escupen. Pasemos a otra cosa.

París, 11 de mayo de 1923. Comienzo a sentir una terrible sed de ternura. La gozaría más violentamente que nunca. Antonin Artaud, en carta a Génica Athanasiou.

Ciudad de México, domingo 25 de mayo de 1986 (medianoche). Programa Teléfono Abierto de Radio Información.

Terminan Las Mañanitas y el locutor alza la voz:

-¡Presentamos al grupo juvenil que se está colocando ya en los primeros lugares de popularidad: Mamá-Z!. Pero antes de escucharlos, va una fábula… para todos los chiquitines que no se han dormido.

-Bien, niños, ahora sí, a la cama. Dejen que sus papás disfruten de Mi casita de paja, con Tehua. ¡Y no se olviden que lueguito escucharemos a Mamá-Z!

-¡Qué bien se oye Mamá-Z, amigos! Ahora, vayamos con la Orquesta de Pedro Morquecho, que interpreta Pobre Mariposa, para todas las damitas que esta noche se han puesto muy románticas… y hasta quieren bailar.

-Volvamos con Mamá-Z. ¡Somos los padrinos de estos muchachos! Pero antes, ¿nos enteramos de lo que dice el horóscopo? Veamos. Libra, tu talento brillará y te dará momentos gratificantes.

Octavio y yo, que estamos en cabina, guardamos absoluto silencio durante todo el programa. Nos miramos el uno al otro, sin saber qué hacer. Terminada la transmisión, el locutor cierra el micrófono, se voltea y nos susurra paternalmente:

-Muchachos, hasta aquí llegamos. Perdón, recibí instrucciones para no transmitir esa de miamornomedejessolo.
-¿M’amor?
-¡Ésa! Es que eso del entresijo… ¿No habría manera de quitar esa parte?
-¡Sí, claro!
-Bueno. No duden en traer la versión bonita de M’amor, ¿eh? Espero que no les haya molestado la censura, pero hay cosas que…
-No, no, por favor, está bien. Muchas gracias.

Salimos de la estación, subimos al carro, encendemos sendos cigarros. No hay mucho que decir, hasta que Octavio propone una estrategia:

-Te invito unos tacos en el Tizón.
-Sale.
-¿Y si le decimos a Gerardo que cambie eso de... desde hace rato que te miro el entresijo?
-Podría ser... Desde hace rato que te beso el entresijo. Métete en esta calle…
-¡No me digas por dónde! Yo sé llegar.

Sábado 22 de julio de 2006, a mediodía, tres miembros fundadores de Mamá-Z (Octavio Herrero, Óscar Fernández y Agustín Aguilar Tagle) hacemos acto de presencia durante la ceremonia de apertura del Paseo del Rock Mexicano, acompañados de Vieja Estación (actualmente, la mejor banda de rocanrol de la ciudad) y Lalo Serrano (dueño de Ruta 61), así como de Nicodemus Martimar y Vichis (líderes de la banda D-Lyria). Vivimos entonces nuestros quince minutos de fama. ¡Pero nadie se entera! Paradojas del star system.

La canción que logramos dejar incrustada en la historia de Occidente, para deleite de la futura antropología, es M’amor (no me dejes solo).

Autor de música y letra: Gerardo Aguilar Tagle
Álbum: Esa viscosa manera de pegarme las ganas
Año de composición: 1985
Fecha de presentación a Mamá-Z:
sábado 11 de enero de 1986.
Fecha de grabación: lunes 28 a miércoles 30 de julio de 1986
Voz: Agustín Aguilar Tagle
Guitarras: Octavio Herrero y Gerardo Aguilar Tagle
Batería: Óscar Fernández
Bajo: Jorge Escalante
Coros: Paco Barrios, Jaime López, Armando Vega Gil, Óscar Fernández, Gerardo Aguilar Tagle, Octavio Herrero, Jorge Escalante y Sabo Romo.


Domingo 23 de julio de 2006. Pues no duraron las placas del Paseo del Rock en el Parque Ramón López Velarde. La de Mamá-Z aún sigue ahí (quién sabe por cuánto tiempo). Otras, en cambio, como la de Jaime López, ya fueron arrancadas.
¡Bah! No importa. Sólo espero que, si desaparecen todas las placas, la nuestra también corra la misma suerte. De lo contrario, podría pensarse mal de los antiguos trabajadores del Laboratorio de Teatro y Taller de Autoayuda Margaret Dumont (Mamá-Z).

viernes, julio 21, 2006

Esa viscosa manera de colocar una placa...

El legendario laboratorio de teatro Mamá-Z –que fue, además, taller de autoayuda antes de la caída del Muro de Berlín-, ha sido invitado a la inauguración de 50X50, Paseo del Rock Mexicano, organizada por la Delegación Cuauhtémoc.

Este paseo ha de ser como el Rock and Roll Hall of Fame, pero en guaraches y con sabor a elote con crema y chile piquín.

Y sucede que algún consejo de sabios decidió que Mamá-Z debe ser reconocido por su contribución al Estudio del Mecanismo Psíquico de los Fenómenos Neuróticos como Resultado del Parricidio en la Etapa Oral.

Muchas gracias.

Quienes participamos de este proyecto (1984-1996), hemos de decir que también compusimos algunas canciones, cuyo fin fue siempre tener entretenidos a nuestros pacientes mientras leían las revistas médicas en la sala de espera.

El homenaje colectivo (quién sabe con qué tipo de gente nos van a juntar) se celebrará este sábado, 22 de julio de 2006, a las 13:00 horas, en el Jardín Ramón López Velarde (Avenida Cuauhtémoc, Orizaba, Huatabampo y Antonio M. Anza), en su extremo norte, frente al Centro Médico Siglo XXI.
Será Virginia Jaramillo Flores, jefa delegacional, quien presidirá esta actividad cultural y nos hará entrega (a nosotros y a una multitud) de un reconocimiento por nuestra aportación a… algo.

Mamá-Z fue Octavio Herrero, Gerardo Aguilar Tagle, Óscar Fernández, Jorge Escalante, José Hernández Prado, Ana Laura Márquez, Óscar Sarquiz, Agustín Aguilar Tagle, Cecilia García-Robles, Paco Barrios, Alejandra Ortiz Canseco y Sabo Romo, entre otros.

El cancionero de Mamá-Z se encuentra contenido en varios álbumes: Mamá-Z (el Disco Rojo), Esa viscosa manera de pegarme las ganas, Mójame el alma entera, Canciones de domingo, No hay guirnaldas de olvido ni flores para el olvido de ti I y II, Las Moscas de Metepec, Las Orquídeas Susurrantes y Episodios Perdidos.
Durante su labor humanitaria, Mamá-Z hizo muy buenos amigos. Entre ellos, Guillermo Briseño, a quien vemos aquí con Gerardo Aguilar Tagle. Ambos son, sin duda, leyendas vivas del bugalú, del rocanrol y de la música a go-go. Atrás, sonriente y de blusa color de rosa, aparece María Eugenia Sámano Valenzuela, que en su mocedad inspiró varias melodías de Mamá-Z, como Morir de amor (Parir chayotes) y M'amor (no me dejes solo).

Al final de sus días, Mamá-Z incluyó en su repertorio un blues compuesto por Octavio Herrero: Magdalena, que todavía hoy puede escucharse en Ruta 61, interpretada por Las Señoritas de Aviñón.

lunes, julio 17, 2006

¿Qué hay en la mente de una señorita?

En 1932, la calle de Holbein (Mixcoac).

Es el año en que nace Salvador Elizondo. Mi Diosa Madre tiene seis años, y mi padre ocho. Shirly Temple comienza su carrera cinematográfica (¡a los cuatro años!). Los Hermanos Marx estrenan Plumas de Caballo. Ni los Beatles ni Raúl de la Rosa han nacido aún.


En 1984, Mamá-Z en la Nápoles.

Entonces, mi difunta esposa tenía apenas 14 años (nos haríamos novios dos años más tarde). Alejandra, que vivía en la calle de Galveston (en el mismo departamento donde florecería nuestro concubinato, entre 1993 y 2002), preguntaba a su padre, don Felipe Ortiz Gordoa:

-Oe, papá, ¿qué será eso de Mamá-Z?
-¡Quién sabe, m'ija! Alguna bandita de la Escandón. Es gente de baja estofa que no tienes que conocer.
-Bueno, papi.
-Prométeme que nunca vas a ir a la Escandón, m'ijita.
-No, papi.

En 2006, un regalo para los habitantes de la Condesa.

A fines de abril, visité por primera vez la Librería Rosario Castellanos del nuevo Centro Cultural Bella Época, ubicado en donde hasta hace poco estuvo la sala cinematográfica del mismo nombre (aunque su nombre de pila es Cine Lido). En esa ocasión, salí con una breve autobiografía de Benito Juárez (Apuntes para mis hijos), un álbum de Mario Lavista (Cuadernos de viaje), dos discos de la colección Voz Viva de México (Juan Rulfo y José Emilio Pacheco) y Oh, no! Just another Frank Zappa Memorial Barbecue!, el mejor homenaje a Frank Zappa que he escuchado en mi corta vida. Pertenece a Le Bocal, banda de extraordinarios músicos franceses (aunque aparece en ella una pianista italiana, Rita Marcotulli, cuyas ejecuciones están a la altura de George Duke). Este disco le va a fascinar a mi amigo Josefáin. El próximo viernes, sin falta, le llevo una copia.

He vuelto varias veces a la Librería Rosario Castellanos, y en una de ellas conseguí mi disco de Arvo Pärt, del que ya les he platicado, pacientes lectores (recuerden La mujer con la caja de alabastro).

El CCBE aún adolece de algunas deficiencias, y mi amigo Octavio me las hizo ver. Claro, pasa que el guitarrista de Las Señoritas de Aviñón (y hoy director general de Ogilvy One) es muy tiquismiquis y difícilmente se conforma con las ofertas provincianas, porque ha tenido la gracia de conocer ciudades –Madrid, Nueva York, París, Chicago, Buenos Aires, Santiago de Chile- donde el amante de los libros, del cine y de la música puede volverse loco de alegría ante la multiplicidad de opciones de consumo.

He aquí a María de la Luz Tagle Osorio, mi hermosísima madre, a fines de los cuarenta, con el Cine Lido al fondo.

Y volviendo al asunto de los libros, me acuerdo cuando, en La Habana, Octavio y Cecilia (su esposa y mi mejor amiga) se metieron conmigo en una librería. ¡Qué horror, qué vergüenza! Yo, tratando de defender la Revolución (así, con mayúscula)… ¡y el lugar ofreciendo best sellers tipo Librería de Cristal! Bueno, bueno: en honor a la verdad, no buscamos bien, porque La Habana tiene buenas librerías, como la Cervantes –dedicada a libros antiguos-, ubicada en Obispo y Bernaza, Habana Vieja, y la Grijalbo Mondadori, en O’Reilly 4, Palacio del Segundo Cabo, en la Plaza de Armas de la misma Habana Vieja. Digo, pasa que nosotros fuimos a La Habana e hicimos mucho; pero no pensamos en libros. Repito, hicimos mucho: la compañía de Cecilia García-Robles es siempre un viaje mágico y misterioso, una excursión a las zonas más agradables y hermosas del alma; con ella, todo vuelve al orden primario, a la cordura del espíritu, al entendimiento del universo. Así que, imagínense: viajar con ella a La Habana fue como si Octavio y yo hubiéramos sido guiados por el mismo Alejo Carpentier.

A propósito, Cecilia pronto estará de nuevo en el escenario, como integrante de la esperada banda de Claudia Ostos. ¡Eso habrá que vivirlo, claro, en Ruta 61!

Decía que Octavio es ahora el nuevo director general de Ogilvy One (CEO, es decir Chief Executive Officer; no vayan a pensar que me refiero al titán de la inteligencia del que habla la mitología griega). Y en ese gigante de la mercadotecnia, el autor de Magdalena apoyará las estrategias de firmas como American Express, Nestlé y Volvo.

De veras que son raras las Señoritas. Jaime Holcombe y Javier García están igualmente metidos en asuntos de publicidad y mercadotecnia, y Jorge Escalante es ingeniero de cosas atmosféricas en la UNAM. ¡Y su música es el cielo! Esto prueba que la mente de una señorita es siempre un misterio, un laberinto digno de recorrerse.

En 1942, la inauguración del Cine Lido.

En el otoño de 2005, Octavio Herrero publicó un artículo en el primer número de Punto Condesa, revista de corta vida fundada por Jean Benoit Bataille y Adriana Estrada.

Dicho artículo trató, precisamente, sobre el Cine Lido, inaugurado el 25 de diciembre de 1942. Sin embargo, Octavio no menciona la película de estreno: A caza de novio (Her cardboard lover), con Norma Shearer y Robert Taylor, dirigida por George Cukor. La entrada costaba entonces $2.50.

En 1998, el blues de las Señoritas.

El Bella Época (cine antes, y ahora centro cultural) está ubicado en la esquina sureste de las avenidas Tamaulipas y Benjamín Hill, juntito al diminuto lugar –que ya no existe- donde escuché por primera vez a Las Señoritas de Aviñón. De aquella noche, recuerdo la presencia de David Huerta, el poeta (hijo del genial Efraín Huerta, a uno de cuyos poemas -La rubita del Metro- Octavio le puso música), y lo bien que ya sonaba la banda. Muy lejos estábamos entonces de conocer a Lalo Serrano y a Claudia Ostos.

En 1999, las Señoritas en otras partes.

De esos primeros días de Las Señoritas de Aviñón, tengo registrados los que correspondieron al concierto en el Centro Cultural Mixcoac y al concierto en el Parque de los Venados, foros ambos que entraban dentro de mis responsabilidades como Subdirector de Servicios Sociales y Culturales de la Delegación Benito Juárez.

En 2000, cuando perdimos la Delegación Benito Juárez.

Terminada la administración del doctor Ricardo Pascoe, dejé la función pública y entré a trabajar como mesero en un restaurante italiano de la Colonia del Valle, a la vez que me reunía con Raúl Bretón (dueño entonces del mencionado restaurante), en su casa, durante las mañanas, para trabajar en un proyecto que nunca llegó a plasmarse en la realidad: la puesta en escena de Maestra Vida, la hermosa Ópera Salsa de Rubén Blades. Más tarde, cuando entró a trabajar en la Secretaría de Transporte y Vialidad, como Director General de los Centros de Transferencia Modal, Raúl me invitó a desarrollar con él un proyecto de atención a los niños de la calle y a los niños en situación de calle (que no son los mismos unos y otros), cuya vida se concentra, precisamente, en los espacios destinados a la transferencia modal (Pantitlán, Indios Verdes, Aeropuerto, Taxqueña, etcétera).

Maestra Vida

No soy un seguidor de la salsa, pero el trabajo de Rubén Blades siempre me ha gustado. Y la historia que se cuenta en este par de álbumes (primera y segunda partes) coincide con mi gusto por cierto tipo de teatro (Bertolt Brecht, por ejemplo: Madre Coraje y El Círculo de Tiza Caucasiano, por mencionar dos obras que presencié en mi adolescencia: aunque de manera subjetiva, percibo en Maestra Vida líneas de pensamiento y atmósferas semejantes a dichas piezas).

En la grabación de Maestra Vida no sólo participa Willie Colón (trombón) sino también otros músicos igualmente talentosos, como Leopoldo Pineda, José Rodríguez y José Torres. Además, como digo, la historia que se cuenta toca con sabiduría y mucha belleza temas fundamentales del drama humano (la muerte, el amor, la soledad de los viejos) y temas insoslayables de la realidad latinoamericana.

Cosas de la vida.

domingo, julio 16, 2006

Los apóstatas

Me encontré en medio de la ceremonia repasando mentalmente los eventos del día. Fue entonces que decidí que recordaría y escribiría todo lo que había acontecido. En este cadena de eventos ligados al azar, pensé que podía vislumbrar una causalidad sorprendente.
(Profesor Isak Borg, en Fresas Salvajes de I. Bergman)

Mando a la familia en Guagadugu estas postales de mi más reciente paseo por la Ciudad de México, que ahora me cobija.

Es domingo, y -según entiendo- es el día en que unos van a misa a dar gracias por los favores recibidos y otros -los renegados- se pasean... misteriosamente sonrientes.

¡Muy bonito todo, muy bonito! Y la belleza de esta multitud tiene corona en la Plaza de la Constitución (que aquí llaman Zócalo), donde dos viejos sabios dicen su propia voz: Carlos Monsiváis y Sergio Pitol. ¡Esto ya parece el Simposio de la Literatura Mexicana (Monsi, Pitol, Pacheco, Del Paso, Poniatowska)! Observo el rostro de don Sergio, y pienso en otro don Sergio, a quien le hubiera gustado participar (Méndez Arceo), que si no fue gloria de las letras sí lo fue de las almas, espejo de Cristo y teólogo de la liberación. ¿Y si Juan Rulfo estuviera con nosotros? ¡Ya sé lo que hubiera dicho!

-Sí apoyo a ese canijo, pero no me hagan andar entre los vivos.

Veo, digo, el rostro de Sergio Pitol... y recuerdo cuando, en la cocina de Galveston, leía en voz alta El desfile del amor, mientras mi difunta esposa preparaba panes con mermelada. Alejandra paraba su tarea y se me quedaba viendo, en absoluta contemplación del tejido fino de Pitol.

-¡Alejandra, tengo hambre!
-Sí, sí. Pero sigue leyendo. ¿Y luego nos seguimos con Domar la divina garza?
-Antes, La vida conyugal... Te va a encantar.

Descubrí a Sergio Pitol al leer, a fines de los ochenta, El vals de Mefisto. Desde entonces, decidí construirle un altar, junto a Rulfo, Calvino, Queneau, Beckett... Apenas recibió el premio Bellunesi che Hanno Onorato la Provincia in Italia e nel Mondo (Venecia), me di cuenta de algo: tengo buena mano para beatificar (por ejemplo, Juan Villoro -¡otro apóstata!- y yo fuimos quienes descubrimos, en 1979, a Mark Knopfler... y nadie nos lo ha reconocido).

Ya mañana platicaremos de otras cosas igualmente hermosas. Por ahora, me quedo con esta sonrisa que no se apaga ni con la lluvia de la tarde.

De otras cosas, digo, platicaré mañana:

1. Ezequiel Espósito y José Luis Sánchez (voz y y teclados de Vieja Estación) regresaron a esta ciudad de renegados hace ocho días. En nombre de la banda, recibí un hermoso cinturón que estrenaré el próximo viernes.

2. A título personal, el Polaco (Ezequiel) me regaló Di Meola plays Piazzola, bellísimo disco que ahora escucho y del que hablaré en su momento.

3. El viernes, tanto Vieja Estación como Las Señoritas de Aviñón tocaron de modo excelso. ¡Y eso que Tomy (Santiago Espósito, guitarra de la banda argentina) anda con el dedo meñique de la mano derecha hecho trizas (uno de sus perros, Camila casi se lo arranca, sin querer). No sé, probablemente la música se inyectó de la presencia de María Martínez Marentes (chulísima y sonriente hija de Octavio Herrero), de Raúl de la Rosa, del Topo, de Emilio y su hijo Andrés, de otro Emilio -cumpleañero- y sus dos pequeños hijos, de Fabrizio León Diez -jefe de espectáculos de La Jornada-, de mucha gente que ha encontrado en el Hoochie Coochie Bar un rincón de belleza que alivia el alma.

4. Hubo, además, algo inesperado: a mitad de la noche, Lalo Serrano puso en el sonido la música de Hermanos de Sangre, banda de rocanrol donde Mauro Bonamico (actual bajista de Vieja Estación) tocaba y cantaba (¡a los 19 años!) muy pero muy bien. Ya hablaré de ese disco.

5. Por supuesto, tampoco ha de faltar una reseña del reciente disco de Male Rouge.

6. El viernes andaba yo nervioso, porque Jaime Holcombe (guitarrista de Las Señoritas de Aviñón) me dijo que esa noche estrenarían Muerte en abril, pieza con música de Fiodor Martinson Blacksmith y letra del fallecido poeta Bacilio Macedonio Ruiz. Pero no sucedió. Terminada la noche, Octavio Herrero me miró a los ojos desde el escenario y dijo:

-Nos vemos el próximo viernes. Entonces, habrá sorpresas.

¡Recórcholis, ahora voy a estar nervioso una semana completa!
Bueno, que así sea... para mayor gloria de la música.
Si de contar se trata, contaré también los días.

Desde la Ciudad de México, besos a toda la familia en Guagadugu.

miércoles, julio 12, 2006

In memoriam

Syd Barret
1946-2006


Escribe Javier García, amigo mío y baterista de Las Señoritas de Aviñon:

Anoche, camino a casa (tráfico de Insurgentes y del Eje 5 Sur, lluvia de por medio y ruido de cláxones a diestra y siniestra), fui escuchando una parte del programa de Raúl de la Rosa dedicado a Frank Zappa.

Se escuchó muy bien, sin atropellamientos entre los interlocutores, con conceptos muy claros para un tema de por sí complejo y del que no soy gran conocedor (me había quedado en Hot Rats).

La experiencia radiofónica del invitado (Javier se refiere a Miguelito) facilitó la limpieza y la amenidad del programa. Percibí a ambos muy cercanos al tema.

El mismo Javier le hace saber a Raúl la existencia de un programa de radio por internet, todos los lunes, de ocho a diez de la noche (sólo jazz y blues): www.radioabanico.com (el creador de esta estación, Gabriel Hernández Contreras solicita el préstamo de discos de jazz y blues hecho en México).

Y sigue Javier:

Con la muerte de Syd Barret, creo que es obligado dedicar un segmento a Pink Floyd. Finalmente, es reconocido que en su música hay mucho blues, ya ves que su nombre lo crearon a partir de los nombres de 2 antiguos bluseros. Inclusive, aquí en México hubo un espectáculo llamado El Blues de Pink Floyd, o algo muy similar.

Y, ya como anécdota, Javier comenta que la versión de I put spell on you que tocamos Las Señoritas de Aviñón nació de un DVD que David Gilmour hizo como solista, en donde –en bonus track- el guitarrista toca la música que a él le gusta, poniéndose a blusear, con Jools Holland al piano.

Para terminar, Javier me invita a escribir un ensayo con motivo de la muerte de Syd Barret (algo así como De la locura o epistemología de la genialidad).

¡Un abrazo, Javier!

P.D. Ofrezco una disculpa a mis tres lectores por haber utilizado este blog para asuntos de política. Descubrí en estos días que el tema saca lo peor de cada uno de nosotros, tanto de un lado como del otro: la intolerancia ante el que piensa diferente, el insulto y la mofa contra el adversario, la resistencia a razonar -o la incapacidad de hacerlo-, la negación de la historia y la defensa a ultranza de aquello en lo que suponemos vernos reflejados. De una vez lo digo: considérenme todos un respetuoso visitante que ha llegado de Uagadugu para conocer esta hermosa Ciudad de México, de la que admiro su historia decimonónica. Pronto regresaré a mi país, Alto Volta (hoy llamado Burkina Faso, que significa "tierra de la gente derecha", porque siempre andamos muy bien paraditos).