miércoles, octubre 08, 2008

Te convido a creerme cuando digo 19 de diciembre


I

Entre café y pastillas de omeprazol,
güisquis y leche deslactosada,
vino tinto y pedacitos de manzana,
yo te quiero mujer
porque me ayudas a soportar
a este gobierno espurio y neoliberal,
que me ha obligado a desayunar,
en lugar de chilaquiles, All-Bran.
Gerardo Aguilar Tagle / 21 de junio de 20007


II

El domingo 1º de julio me voy a caminar del Ángel al Zocalo. Tengo la ilusión de encontrarme con todos, y luego refugiarnos en alguna cantina y , entre besos y abrazos, animarnos y sonreir. Bueno, ya saben, allá nos vemos. Vamos a andar.
Gerardo Aguilar Tagle / 21 de junio de 20007


III

El sábado 18 de diciembre de 1993, en casa de Paco Barrios, Gerardo nos sorprendió con un augurio que entonces pareció la baladronada de un borracho: Ya se viene el alzamiento de los indios, cabrones, y tenemos que estar con ellos.

Todos estábamos pasados de copas, y los pasillos y escaleras que nos sacaban del pent house del Mastuerzo se convirtieron en una estructura de Escher. Haus der treppen, dije yo mientras cruzaba el espeso bosque de mariguana. De cualquier manera y a pesar de nuestro estado de iluminación artificial, no entendimos lo que Gerardo estaba diciendo: ¿Alzamiento, indios? ¡Estás muy pedo, ya vámonos!

Quince días más tarde, nos amanecimos con la irrupción del EZLN en la cruda realidad de 1994. Ése era Gerardo: una cajita de premoniciones que se abría con alcohol.


IV

El 21 de junio de 2007, seis meses antes de abandonar su cuerpo y entrar en la eternidad (whatever that means), Gerardo dibuja y escribe en su bitácora Te convido a creerme cuando digo futuro, título que –por supuesto- alude a los primeros versos de la canción de Silvio Rodríguez y que, por eso mismo, es una declaración de optimismo y de esperanza… pero también una invitación a la resistencia.

Además de los dibujos en los que Gerardo retrató lo que sucedía en las calles en 2006, publicamos aquí un hallazgo reciente de Marugenia: un papel con la brevísima crónica de una tarde en el Sanborns de los Azulejos.

Muchos de quienes ahora leen estas líneas acaso rechacen –con la razón o con las vísceras- el empecinamiento y la toma de partido de mi gemelo precioso en aquellos meses (y hasta su muerte). Sin embargo, creo que todos debemos reconocer en Gerardo a un hombre ataviado con la verticalidad y la congruencia del espíritu honesto: tuvo muchas y diversas gracias, aunque las más notables fueron el optimismo, el vigor, la alegría y la vehemencia, virtudes que si en el adolescente y en el joven resultan conmovedoras, en el hombre de 52 años corren el riesgo de convertirse en objeto de burla y de conmiseración por parte de las buenas conciencias y de quienes ya decidieron que es más conveniente dejar las cosas como están.

Sea como sea, Gerardo vivió obsesionado con la posibilidad de una revolución. Pero no era un teórico ni un militante partidario, sino un fan kitsch: coleccionaba la revista Sputnik, leía con pasión textos del Che y dibujaba en los márgenes de su ejemplar del Manifiesto Comunista melenudos, mujeres desnudas, signos de paz y amor, la lengua de los Stones… y comentarios de aprobación. Recuerdo uno en especial, a la altura de un párrafo muy conocido:

Por su forma, aunque no por su contenido,
la lucha del proletariado contra la burguesía
es primeramente una lucha nacional.
Es natural que el proletariado de cada país deba acabar
en primer lugar con su propia burguesía.


Al lado de dicho párrafo, una frase muy de Gerardo, escrita con tinta violeta: ¡A Wilbur!
Es la vida de este hombre la que vamos a celebrar el próximo viernes 19 de diciembre, con la presentación oficial de Yo soy la mosca (disco con canciones de Gerardo) y la presencia de sus bandas ideales: Las Moscas de Metepec, Los Alacranes de Xiutepec y Las Cuijas. Además, dos invitados especiales: Flavia Josefina Ilizaliturri Landizeta y Bugalú Peniche.

Anota en tu agenda, lector sin memoria: viernes 19 de diciembre, Ruta 61.