lunes, febrero 06, 2006

La última noche de Billy Branch (primera parte)

Ya no se me ocurre que más decir de Billy Branch, excepto que sus tres presentaciones en Ruta 61 fueron muy pero muy buenas. Y el fin de semana amarró bien, porque a las ocho de la noche del domingo se transmitió por radio la primera parte de la entrevista al armonicista, con la presencia en cabina de Octavio Herrero, Lalo Serrano, Cecilia García-Robles y, por supuesto Raúl de la Rosa, conductor del programa Por los senderos del blues.

Lo cierto es que el sábado Ruta 61 fue de nuevo punto de encuentro de amantes del blues y de músicos conocidos, medio conocidos y absolutamente desconocidos (como yo, que ya hice una obra maestra, Amanecer de un ejército vencido, y nadie me ha querido reconocer mi aportación a la humanidad).

Como la noche fue abierta por Memo Briseño, tuvimos la oportunidad de ver, después de mucho tiempo, a la hermosa Hebe Rosell, que acompañó a la banda en algunas de las canciones. A propósito y si no contamos a las embarazadas, por ahí anduvo el ser más pequeño que ha visitado Ruta 61, un bebé. ¡Pobre, a ver si no ya lo marcaron de por vida y crecerá con la sensación de que la música es aquello que te atormenta durante el sueño! Recuerdo que, al nacer Sean Lennon, su padre dijo que lo iba a arrullar con blues. Yo no sé si cumplió su amenaza, pero yo digo… ¡dejen a los niños en paz, por amor de Dios!

En fin, el bebé está precioso… y la mamá, ¿quién era? La saludé, me dijo el nombre de su hijo; pero lo he olvidado. En fin, ya luego Lalo Serrano –que anda en todo- me explicará.

También estuvieron Iván Lombardo, ex-integrante de Las Señoritas de Aviñón; el escritor y periodista Jaime Avilés, el guitarrista Alejandro Marcovich, el charro Octavio Soto; Nicolás Martínez Marentes, líder de The Lyria; Raúl de la Rosa y Cecilia, su esposa; Tania Molina, reportera de La Jornada; Arturo Olvera, del Esto; los artesanos Febe y Carlos, que le regalaron a Billy Branch un vitral con su perfil; el coordinador del Plantel del Valle de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, maestro José Remus, con Teresa, su esposa; María de la Luz Roa, a la que le debo una fotografía. ¿Quién más? ¡Mucha gente! Jaime Holcombe había quedado de hacerse el aparecido, pero a la mera hora no llegó.


Pasemos a otros asuntos.

A ver, Mauro Bonamico, hijo mío, si puedes ayudarme con la traducción del primer terceto del Infierno: Nel mezzo del cammin di nostra vita / mi ritrovai per una selva oscura / ché la diritta via era smarrita. A la mitad del camino de la vida, en una selva oscura me encontraba porque mi ruta había extraviado. Algo así.

Es bonito pensar que Dante se refiere a sus treintaitrés años, para que esto coincida con la edad que tenía el Mártir del Gólgota al ser crucificado. Además, hay tanto número 3 en la Divina Comedia, que siempre es bueno llevar agua a nuestro molino de interpretaciones. Sin embargo, la realidad es que el florentino pasaba ya de los cuarenta cuando comenzó su obra maestra.

Sí, pero no. Dice Dante que se encontraba, en-con-tra-ba… copretérito que acaso se refiere a 1298. Pero quién sabe. No importa. La mitad de la vida en el siglo XIII no es la mitad de la vida en el siglo XXI. ¡Y esto me alegra, porque yo ando por las mismas, pero al revés! Como Dante, estoy a la mitad del camino, aunque yo no estoy a oscuras, al contrario, tengo mi Ruta 61 y en ella encuentro mucha luz.

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