lunes, marzo 31, 2008

Abril es el mes más blues

April is the cruellest month, breeding
Lilacs out of the dead land, mixing
Memory and desire, stirring
Dull roots with spring rain.
T.S. Eliot
The Waste Land


Grana’ Louise,
mujer colosal y despampanante.
17, 18 y 19 de abril
Ruta 61


Grana' Louise vuelve a México para regalarnos su canto en tres veladas, acompañada de Vieja Estación y Octavio Herrero.

Ya tendremos una historia más que contar a los nietos y a los bisnietos (si NSG nos presta vida): sentaremos al más curioso y preguntón en nuestras rodillas y le recitaremos, para comenzar, los palabras que días antes de vivir a Grana’ encontramos en internet, además de las halladas en su propia página.

Por ejemplo, recordaremos el testimonio de Pieter ten Hoopen, fotógrafo alemán, algunas de cuyas fotos me he robado para este espacio; y reconstruiremos con gestos y frases en italiano el entusiasmo del Centro de Jazz de Turín, donde se presentó la Grana’ Louise Blues Band en noviembre de 2004.

También, le platicaremos al escuincle sobre CD Baby, esa pequeña tienda de discos de Portland, Oregon, que encuentra en Grana’ Louise la profunda herencia de Koko Taylor, Etta James, Denise Lasalle, Billie Holiday, Ruth Brown, Bessie Smith… y de la misma Tina Turner; esto, sin dejar de reconocer la singularidad de su estilo y la fuerza de su personalidad.

Vuelvo a L’Associazione Culturale Centro Jazz Torino, y transcribo parte de su hermosa y exaltada descripción de Grana’ Louise. Copio el texto original, para no perder el sabor con el que los italianos, incluso los del norte -como el piamontés Umberto Eco-, hablan de aquellas mujeres a las que aman (si se lee en voz alta, pausadamente, el texto se vuelve clarísimo, incluso para quienes no dominamos la lengua de Pavese y Calvino):

Giunonica e voluttuosa creatura da palcoscenico, Granà Louise è una delle più versatili intrattenitrici e persuasive raconteuses blues del nuovo secolo. Di fronte alla vasta platea di un festival o nell’ambiente raccolto di un club, Granà sa pilotare e modulare la sua bella voce castana, dalle ombreggiature seducenti e dalle imperiose asprezze, attraverso una grande ma compatibile varietà di registri espressivi - recitando l’antico “Long John Blues” di Dinah Washington con gusto e humor e sottolineandone astutamente (ma senza mai eccedere) ogni doppio senso erotico del testo, rendendo omaggio alla rauca e fosca potenza di Howlin’ Wolf e caricando il suo arcano e immaginifico “Smokestack Lightnin’” di accenti minacciosi e crudele tensione, esibendo pensosa eleganza e fluido swing in un “Summertime” coronato da un’improvvisazione in scat che conserva la concreta e verace eloquenza del suo raccontare in blues.

Erde di Dinah e di altre grandi ed eccentriche sciantose del passato, da Little Miss Cornshucks a LaVern Baker, Granà Louise è emersa come loro dal fertile terreno del Midwest urbano, tra Ohio, Minnesota e Illinois. Nativa di Cincinnati, è cresciuta a Columbus e si è poi rivelata sulla scena di Minneapolis, dove ha realizzato per la Diamond Blue il suo primo album, Hit the Big Time, e dove ha anche esercitato il suo talento di attrice-cantante in commedie e musical come The Sunshine Boys di Neil Simon e Blues in the Night. Sul finire degli anni Novanta si è stabilita nella capitale del blues, Chicago, dove la sua forte personalità le ha permesso di emergere da un fitto panorama di voci femminili.

El miércoles 17 de mayo de 2006, a puerta cerrada y con el propósito de montar su repertorio, la cantante y compositora de Chicago se reunió con los músicos que habrían de acompañarla durante su estancia en la ciudad (Ignacio Espósito, en la batería; Mauro Bonamico, en el bajo; Octavio Herrero y Santiago Espósito, en las guitarras).

El jueves 18 de mayo del mismo año, comenzó el espectáculo. Siguió el viernes 19 de mayo, en Casa Talavera y en Ruta 61; y terminó el sábado 20 de aquel mes, en el Hoochie Coochie Bar, segundo nombre (ya en desuso) del sueño hecho realidad por el talento, la inteligencia y el trabajo de Eduardo Serrano.

En Chicago, Grana’ lleva una vida muy activa dentro los mejores bares de blues de esa ciudad: el Blue Chicago, el Buddy Guy’s Legends, el Andy’s Jazz Club, el Shaw’s Crab House (en su Oyster Bar), el Redfish, el Koko Taylor’s Celebrity, el Kingston Mines… Y apenas un mes antes de su primera visita a México esta mujer milagrosa estuvo en Islandia, donde participó en el Blúsfélag Reykjavikur (el festival de blues de Reyjavik), con Deitra Farr y Zora Young, a quienes, a propósito, también ya escuchamos en nuestro bar de ensueño.

Quienes tuvimos la fortuna de asistir a Ruta 61 en esos días, fuimos testigos de lo que el blues puede hacer a nuestros corazones cuando lo interpreta una banda de excelentes músicos y una voz llena de gracia, una voz llena de Dios, bendita entre todas las voces y bendito el fruto glorioso de su alma.

Si entonces una cámara fantástica hubiera fotografiado los hilos invisibles que unían nuestras sustancias interiores (no sé cómo llamar a eso que vibra ante la belleza, ante el amor y ante la conjetura de lo eterno), ahora mismo estaría mostrando aquí el rostro de Dios. ¡Pero el alma colectiva es invisible, sólo se percibe, sólo se reconoce, sólo se entiende cuando uno está en ella!
Pero hubo, me consta, efectos y retroalimentaciones.

Tanta fue la energía y la belleza desplegadas por Grana’ Louise y Vieja Estación, que cada noche el público contagió su emoción a la misma cantante: terminada Summertime y destejidos los aplausos emocionados, un sollozo de niña sustituía al aullido de mujer, y entonces quedábamos todos con la ternura estrujada, al grado que eso terminó siempre en ovación de pie, aplausos que era la súplica del amor: ¡Déjanos, abrazarte, mujer divina, déjanos abrazarte!

En esos momentos, Ezequiel Espósito (guitarrista y voz principal de Vieja Estación) se descubría el brazo izquierdo para enseñarme su carne de gallina. Ambos tuvimos a cada rato un nudo en nuestras gargantas y agüita en los ojos.

Casi al final, Grana’ invitó a Claudia Ostos a subirse al escenario, para cantar con ella Sweet Home Chicago.


Mientras me deleitaba con el blues de Grana' Louise, observé varias veces a Jaime Avilés en la penumbra colorida de Ruta 61, en la parte alta, junto a la cava.

Observé, digo, al periodista y escritor, y recordé la última vez que nos habló de Serapio Bedoya, el sábado 16 de diciembre de 2000 (Serapio Bedoya, el tonto del pueblo, por si alguien no lo sabe, es uno de los más bien formados e inteligentes personajes de la literatura mexicana).

Ese día, me desayuné con la voz de Serapio, que decía y cantaba una canción de Chico Buarque.

Como casi todas sus canciones, ésta también tiene un ligero sabor a César Vallejo; aunque, a diferencia del genio peruano, la melancolía de Chico Buarque tiene ventanas, y el aire puede entrar en ella, en la melancolía: sus cortinas se mueven y uno, con sólo verlas, puede respirar. Pasa lo mismo con Grana' Louise, a propósito.

No me acuerdo cómo se llama la canción, pero habla del aire, precisamente: que un cuerpo vacío está lleno de aire, que el aire vacío de un bosque sombrío está lleno de dolor, que el aire en el cuerpo ocupa el lugar del vino, que el vino busca ocupar el lugar del dolor, que el dolor ocupa la mitad de la verdad.

Recuerdo con mucho cariño la época de Tecamacharco, utopía tenebrosa de Jaime Avilés cuya pulquería fue centro del universo al final del siglo pasado: El Imperio de los Sentidos.

Todos los sábados, sentado junto a la lavadora, muy temprano, yo leía en voz alta El tonto del pueblo, mientras mi difunta esposa preparaba el desayuno.

Por eso, ahora que veo a Jaime en Ruta 61 y leo su amoroso reportaje acerca de la primera presentación de Graná Louise, quiero preguntarle: ¿Es el Hoochie Coochie Bar un regreso a Tecamacharco, es un regreso milagroso a su pulquería fabulosa?

No pregunto, porque intuyo la respuesta napoleónica: ¡El Imperio soy!

O tal vez una respuesta juarista, cuando la República viajaba en un carruaje -o era el carruaje-: ¡Ahí donde me encuentré... ahí será Tecamacharco!

La cosa, lector sediento, es que tienes que asistir a por lo menos una de las tres veladas de esta madre nutricia llamada Grana' Louise.

Pero antes, este próximo sábado, te espero en Ruta 61 para escuchar a mi banda de rocanrol favorita, Vieja Estación, la misma que el 17, el 18 y el 19 de abril acompañará a la mujer de Chicago.

Este sábado, digo, la banda mexicano-argentina hará de las suyas, es decir, montará un espectáculo memorable con canciones de sus dos discos (Vieja Estación y Todo perro tiene su día).

Si ya conoces a Vieja Estación, no tengo que decirte que estamos ante un fenómeno musical pocas veces escuchado en un territorio como el nuestro. Lo digo sin sombras de duda, absolutamente convencido de mis palabras: desde hace cuatro años, la Ciudad de México tiene la fortuna y el honor de cobijar a una de las mejores bandas de rocanrol de Latinoamérica.

miércoles, marzo 05, 2008

El blues es liebre de marzo


¿En qué se parece un cuervo a un escritorio?

Al observar la conducta de las liebres, los etólogos han detectado que es en marzo cuando –con ánimos de apareamiento- estos simpáticos mamíferos del orden de los lagomorfos muestran conductas aparentemente absurdas e inexplicables, semejantes a las que exhiben los humanos en su adolescencia (y las mujeres durante toda la vida).

Conocemos la frase liebre de marzo por un pasaje de aquella hermosa historia narrada, durante un paseo por el Támesis, por el reverendo Charles Lutwidge Dodgson para solaz de la niña Alicia Liddell y sus dos hermanas.

Sucede que, en el cuento del reverendo -y matemático, por más señas-, Alicia se encuentra con un sombrerero loco, un lirón adormilado y una liebre de marzo, quienes han quedado varados en el tiempo: para ellos, siempre son las seis de la tarde, hecho que los obliga a estar siempre sentados a la mesa y ante una merienda que no acaba porque siempre vuelve a comenzar.

Imagina un jardín tautológico

Ciento dieciocho años más tarde, a mí se me ocurrió una idea parecida para un historia que escribí en 1979. Ofelia la Inevitable se llama el cuento, y en él se habla de un jardín tautológico donde el tiempo se ha detenido. Lo curioso es que al escribir el pasaje no pensé en Lewis Carroll, quiero decir, no me inspiré en su narración –y bien que la conocía entonces- sino en las divertidas e hilarantes conversaciones que mi gemelo y yo tejíamos a cada rato durante nuestra pubertad.

El juego consistía en imaginar situaciones estrambóticas capaces de hacernos reír, quitarnos el sueño o llenarnos de pavor paranoico.

Pero fue Gerardo quien, por un sadismo exquisito de origen incierto –aunque puedo fechar su gestación y ubicar sus primeros brotes en 1960-, desarrolló la aptitud y el gusto por aflojar los tornillos de la realidad, de tal manera que ésta se tambaleara con el hermanito encima, sobre los tablones crujientes de lo tangible.

Desde su dimensión perpendicular y a desnivel, el niño Gerardo levantaba la vista para disfrutar el miedo del niño Agustín, agarrado éste a los andamios de la objetividad. Y en esas circunstancias, mi hermano seguía con sus sugerencias funambulescas…

-Imagínate que llegamos a la casa y… que no es nuestra casa. Una mujer desconocida nos abre la puerta y nos dice que ella ha vivido en el número 37 de Salvador Alvarado desde que la casa se construyó.

A Gerardo le encantaba entretenerme con estas situaciones, y eso lo volvió un maestro del suspenso y el absurdo. Por eso digo que de sus imaginaciones me surgió la idea del jardín tautológico...

-Imagínate que de repente las cosas se repiten y no podemos salir de repente las cosas se repiten y no podemos salir de repente las cosas se repiten y no podemos…

Y si yo empezaba a reírme con su juego, mi gemelo no paraba hasta verme hincado, con dolor de estómago y lágrimas en los ojos, e implorando un descanso.

-Si las palabras con las que nos referimos a dos objetos distintos, contienen las mismas letras, ¿sabes qué pasa en ese caso, sabes qué significa esa coincidencia?
-No sé. ¿Tiene que significar algo?
-Significa que uno de los objetos es disfraz del otro. Un sofá es una fosa. Cuando te sientas en él y hay una mosca cerca, el insecto contempla tu cadáver hundido en un hoyo... y descubre el día de tu muerte.
-¿La mosca descubre el día de mi muerte?
-Las moscas no se equivocan.
-¿Y por qué no mejor te callas? Sólo quieres que se me vaya el sueño...
-Que sueñes con un sofá.

El trabajo más acabado de Gerardo, aquel que alimentó mis sospechas y mis vacilaciones sobre la realidad, fue el de hacerme creer, cuando andábamos por los diez años de edad, que yo sólo era un accidente desafortunado ocurrido durante el plan de invasión extraterrestre de su planeta de origen.

-Por errores de cálculo durante la expedición y llegada a Puerto 055, al materializarme se produjo un duplicado de mi encarnación (vamos a llamarla así, para que me entiendas y no te espantes). Pórtate bien, haz lo que yo te diga… y tal vez yo pueda salvarte apenas invadamos este planeta y electrocutemos a todo los seres humanos.

Para darme pruebas de que lo suyo iba en serio, me dijo que mamá (tu madre, decía él) sabía todo.

-Puerto 055 está al tanto de la próxima invasión...
-¿Quién, mamá?
-Tu madre. Para nosotros es una estación de transferencia, el puerto 055. Fíjate...

Y Gerardo gritaba: ¡Puerto 055, Puerto 055, llamando a Puerto 055!

Y, claro, mamá llegaba, abría la puerta de la recámara y susurraba su grito amenazador:

-A ver, cuates, o se duermen o los viene a dormir su papá con el chicote. Ya despertaron a Pepe.

Mi diabólico gemelo esperaba a que mamá se fuera, y ya sólo me decía muy quedo:

-¿Ya ves? Puerto 055 no duerme nunca, porque es una máquina... y reconoce cuando la llamo.

Yo me divertía, por supuesto; pero en mi risa se asomaba el miedo a despertar a las tres de la madrugada y ver, de nuevo, a Gerardo sentado y observándome fijamente desde su cama…

-¿Qué pasa?
-Nada, tú duérmete. Estoy estudiando tu planeta.

No descubrí que mentía hasta años más tarde, cuando el 16 de septiembre de 1997 llegó de Acapulco al entierro de Puerto 055. Me abrazó y lloramos juntos, pero para calmar un poco el dolor decidí que ambos hiciéramos, en ese instante, un viaje relámpago a nuestra infancia...

¿Y por qué lloras tanto, si sólo es una estación de transferencia? -le recordé sin dejar de abrazarlo. Y Gerardo, que pescaba al vuelo mis referencias a un pasado remoto, respondió con la gracia de un extraterrestre:

-Es que ahora no sé cómo voy a regresar a mi galaxia.

Pero volvamos a la locura de las liebres

Estás como liebre de marzo significa, entonces, que ya te llegó la primavera y con ella la vida en los ojos y las ganas de correr tras las formas más apetitosas del género humano… o, en su defecto, tras las criaturas menos veloces (que son, casi siempre, las menos apetecibles).

Y si admites que en ésas andas, ven a Ruta 61 esta semana. Tal vez no encuentres otras liebres de marzo ni cosa alguna que cazar (aunque quién sabe), pero sí hallarás, seguro, la locura del blues a punto de primavera. Por ejemplo…

Jueves 6 de marzo, EL CHARRO LOCO Y LOS MOONHOWLERS. Octavio Soto y su banda de músicos alucinados van a dejarte chiflado de placer.

Viernes 7 de marzo, LAS SEÑORITAS LOCAS DE AVIÑÓN y LOCA ESTACIÓN MUY VIEJA. Con tan buen blues, nuestro clásico de clásicos va a hacer que pierdas la cabeza entre los arbustos del placer.

Sábado 8 de marzo, LA MISMA VIEJA LOCA DE LA ESTACIÓN y UN PERRO LOCO ANDABLUES, este último con CLAUDIA DE LA CONCHA (que está re’loca). Con estas dos bandas, el sábado tus perturbaciones se intensificarán para mayor gloria de tu alma.

Y recuerda que todas las semanas tenemos MIÉRCOLES DE JAM SESSION, sin cover. Este miércoles 5 de marzo, CLAUDIA OSTOS Y RUTA 61 LOCO BLUES BAND te invitan a palomear. Así que...

¡Demuestra tu talento, loco!

Pero si andas como el lirón, con ganas de quedarte embarrado de sueño en la mesa y junto a tu computadora, te sugiero que entres a Iguanas Suicidas y disfrutes de las horas en que Jerry Damage transmite sus programas de radio: Reggae got soul (martes, de ocho a diez de la noche), Do it yourself (miércoles, de ocho a diez de la noche) y el sabroso Radio Cannabis Sound System (los viernes, de diez a doce de la noche). ¡Es un banquete musical que nos acompaña durante esos momentos de soledad buscada!

Jerry Damage es, como casi todos saben, el primogénito de Wichili McCoy, y el hijo de éste vaquero pertenece a esa cofradía de eruditos del rock que tanto bien le hacen a la conservación de la memoria colectiva. Escuchar su programa es asistir a un seminario de géneros y de tiempos, adobados con la apacible voz de un un joven que se crió entre acetatos, casetes, guitarras, discos compactos y músicos variopintos. Ahora, llegada su primera juventud, Jerry Damage ha sabido cosechar el fruto de lo sembrado en la Ciudad de México, Metepec, Xiutepec y Acapulco. Con personalidad e independencia, con talento propio, con voz muy suya, Jerry nos hace entender que la vida de su padre tuvo muchos sentidos: él es uno de ellos.


...y de Alejandra Aguilar Sámano hablaremos en su momento, pues con ella renacen antiguas generaciones de mujeres insumisas (baste decir por ahora que en sus venas corre la sangre de Carmen Mondragón).

Epílogo

Gerardo mantuvo en la adultez su gusto por incrustar disparates entre los pliegues de lo cotidiano. Lo sabemos quienes lo conocimos de cerca. Marugenia, su mujer, me cuenta que un día, al comienzo de su vida de casados, llegaron ambos a su casa, en el número 18 de la calle de Tokio, y no encontraron dónde estacionar su vocho color guinda, así que esperaron a que se despejara la calle. En la espera, Maru notó que Gerardo se asomaba por la ventanilla del automóvil y alzaba la vista hacia el departamento…

-¿Qué haces?
-Nada. Imagínate que ahorita volteamos hacia la ventana de la casa… y nos vemos asomados.