sábado, octubre 28, 2006

Otra noche con Deitra Farr

Que me perdonen los puristas del picante y los refinados de la mañana, pero después de una desvelada en Ruta 61 necesito desayunar con mi Pepper Sauce de cabecera. Así que revuelvo dos huevos rojos con aceite vegetal, ajo y Salsa Tabasco, mientras escucho encantado The search is over y Let it go!, los álbumes que Deitra Farr grabó en 1997 y en 2005, respectivamente.

Ya sentado en la mesa de la cocina, leo en La Jornada la nota de nuestra querida Tania Molina Ramírez sobre Deitra Farr y admiro, con envidia de la buena, las dos fotografías de Carlos Ramos Mamahua que acompañan al texto.
Me gusta leer a Tania cuando reseña los acontecimientos del Hoochie Coochie Bar, porque siempre se escapa entre sus líneas o en sus mismas frases el gozo personal que esta reportera dulcísima experimenta durante sus visitas a Ruta 61. Tenemos, entonces, que agradecer a Fabricio León Diez, Jefe de Espectáculos de La Jornada, que haya asignado a Tania la aburrida tarea de contar los sucesos más relevantes de esta gruta divina (si Tania cita a la Tía Juanita, mítico personaje del lugar, yo también puedo hacerlo).

Trato de recordar lo que sucedió anoche. ¿Terminamos con un bacalao sabrosísimo, preparado por Fernando? Sí, me acuerdo muy bien. Los convidados atacamos el plato común con el hambre de quienes creyeron que bastaba la música y el alcohol para acallar la panza. Estábamos equivocados: llenamos el alma, pero no el estómago. Y es que no sabemos comer mientras hacemos el amor.
Trato de recordar.

La noche de ayer fue abierta por Las Señoritas de Aviñón, con esa capacidad de hechizo a la que ya nos tienen acostumbrados y que, sin embargo, nunca se agota y nunca agota. De veras, yo no necesito mesa en el Hoochie Coochie Bar: me basta un espacio en las escaleras para hundirme, bien asido a mi vaso de whisky, en la belleza con la que estas señoritas nos entregan a T-Bone Walker, Van Morrison, Steve Ray Vauhgan, George Gershwin, Albert King, Screaming Jay Hawkins, J.B. Lenoir y Magic Sam.

Trato de recordar.
Luego, sube Deitra Farr y redondea la noche, acompañada por el extraordinaria orquestación de Ignacio Espósito, Mauro Bonamico, Santiago Espósito y José Luis Sánchez, miembros de Vieja Estación, banda argentina radicada en México que, como Las Señoritas mismas, se ha ganado a pulso –por su calidad y por su trabajo- un lugar protagónico en cualquier festival de blues del mundo.

Y no es porque lo diga yo: Deitra lo expresa abiertamente en el escenario, cuando invita a Santiago a irse con ella a Chicago o cuando, sorprendida por la juventud del guitarrista de Vieja Estación, le dice al final de un solo:

-¿Cómo tan joven y tan bueno para tocar el blues?

Y no habla una persona de horizontes cortos (Mi lugar favorito de Chicago es el aeropuerto, dice esta mujer inquieta), sino alguien que ha recorrido el mundo y ha tocado con varios de los mejores guitarristas del planeta.

Por eso y porque la vida no retoña, esta noche me regalaré otra dosis de buen blues en la mejor Farr-macia de la ciudad.

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