domingo, agosto 13, 2006

¡Ya llegó, ya está aquí, directamente desde Chicago... Carlos Johnson!

Esta semana que comienza será, como otras anteriores en Ruta 61, memorable, inolvidable, digna de quedar registrada en los anales del blues en México. Y todo gracias a uno de los grandes empresarios de blues del país: Eduardo Serrano, Lalo el Eterno, Lalo el Insomne, el único y verdadero Lalo, que lleva ya dos años y tres meses sosteniendo uno de los bares más intensos y hermosos de nuestra renegada ciudad, como la llama el gran Raúl de la Rosa, legendario promotor del género en el país, amigo de Lalo y parroquiano frecuente del Hoochie Coochie Bar, sitio que primero fue concebido en la mente inquieta del siempre convincente Octavio Herrero -guitarrista de Las Señoritas de Aviñón- y luego llevado por el mismo Lalo hasta lo más alto de la abrupta serranía: la realidad de las noches en la Hipódromo-Condesa.

A propósito, el blog de Raúl de la Rosa ya cuenta con el más reciente artículo de su indispensable columna Tiempo de blues. Así es que -en vez de estar perdiendo el tiempo con la lectura de estas líneas- vayan directo al home de Ruta 61 y apachurren Tiempo de blues. O háganlo aquí mismo.

¿Y por qué será memorable esta semana? ¡Pues porque el jueves 17, el viernes 18 y el sábado 19 se presenta en Ruta 61 CARLOS JOHNSON! Sí, el mismo Carlos Johnson que ya fue compañero de banda de Koko Taylor, Otis Rush, Junior Wells, Son Seals, Valerie Wellington, Carey Bell y Buddy Miles...

La Crónica de Hoy del viernes pasado (no nos culpen ni a mí ni a Lewis Carrol de la frase anterior: ni uno ni otro somos autores del nombre con el que Carlos Salinas de Gortari bautizó su periódico), La Crónica de Hoy de ese día, digo, habla de Carlos Johnson; y lo hace mediante la extendida práctica del fusil internético (www.raisinmusic.com).

No condeno el hecho, simplemente lo señalo como una fea costumbre que todos estamos adoptando: navegar por la red -metáfora de por sí difícil de ver, así que mejorémosla-, arañar la red y comerse crudas las moscas incautas que encontramos en ella. Por eso, porque se trata de una traducción al botepronto , la sintaxis del reportero o la reportera deja mucho que desear (aunque la nota no está firmada, sospecho que conozco al autor o la autora, así que me adelanto a mandarle un beso de disculpa y a decirle que esta Estufa Divina convertida en Balcón Diabólico se compromete a mitigar su enojo con un vaso de whisky en Ruta 61, apenas nos encontremos).

Se trata del guitarrista más crudo, por así llamarlo, de la escena de Chicago (...), uno de los guitarristas más prominentes del mundo (...). Su apasionado y salvaje virtuosismo ha hecho de este guitarrista zurdo uno de los más originales músicos que con su peculiar estilo para tocar lo ha colocado como uno de los mejores de la ciudad de los vientos. Él combina la profundidad del sentimiento con el sonido más crudo del blues tradicional de Chicago, su estilo va de los clásico a lo contemporáneo, a lo que agrega un toque funky. Las texturas del jazz, el fraseo y su obvio amor por el country blues, han hecho del estilo de Johnson un sonido propio que se diferencia de los demás. Su energía vocal y una tesitura difícil de clasificar, así como su carismática presencia escénica, sumados a la explosiva fuerza que desata con la guitarra, han hecho de Carlos Johnson uno de los más respetables músicos de blues, no sólo de Chicago, sino del mundo de la música en general.

Todos hemos sido arañas, hay que confesarlo, pero basta con citar la fuente para que evitemos el plagio riesgoso. En secundaria, por arrebatos de honestidad mal encausada, copiaba las respuestas de Matemáticas de mi compañero de banca y, al final de mi hoja de examen, dejaba la siguiente nota: El contenido de este texto está inspirado en las investigaciones y los hallazgos de toda la comunidad estudiantil, de la que orgullosamente formo parte (por supuesto, el profesor Heredia nunca quiso otorgarme más que el puntaje mayor dividido entre 45, número total de alumnos en el salón de 3ro C).
Lo que yo sí puedo afirmar sin convertirme en araña es que Carlos Johnson ofrecerá tres veladas extraordinarias, no sólo por su propio valor sino porque, además, estará acompañado por miembros de la mejor banda de rocanrol de nuestra ciudad, Vieja Estación, cuya capacidad de interpretar el blues y de crear una base rítmica segura y poderosa ya fue demostrada más de una vez, durante las respectivas presentaciones de Max Cabello, John Markiss, Billy Branch y Grana' Louise en Ruta 61.

Para colmo de bienes, cada una de las noches contará con una banda alterna que abrirá el espectáculo: El Charro y Los Moonhowlers, Las Señoritas de Aviñón y Vieja Estación. Además, esta Estufa Divina se compromete con quien lo desee a registrar su presencia -en compañía del músico de su preferencia- mediante una fotografía digital, que será enviada a su buzón de correo electrónico al día siguiente.

En La Jornada de hoy, martes 15 de agosto, aparece una amorosa nota de Tania Molina Ramírez donde la periodista y reportera anuncia la llegada de Carlos Johnson a la Ciudad de México.

Para leer la nota, querido lector, sólo tienes que apachurrar aquí.

Tania, linda siempre, me endilga tres injustos epítetos: músico, escritor y gran conocedor del blues. Debo, en honor a la verdad, advertir que en todo ello se equivoca nuestra querida jornalera:

1. No soy conocedor del blues, aunque sí de sus raíces emocionales (las voces autorizadas para hablar del género son las de Raúl de la Rosa y Octavio Herrero).

2. No soy escritor, aunque pretendo –como todos- comunicarme con la gente a través de la palabra escrita (me explico: gusto mucho de bailar, y sin embargo dudo que Twyla Tharp se interese en mis desfiguros; luego entonces, el deseo no hace al monje).

3. No soy músico (insisto que lo hecho en las tres décadas pasadas sólo fue laboratorio de teatro y taller de autoayuda), aunque recientemente –y gracias al desvelo de los amigos- he logrado componer cinco obras que pueden ser catalogadas como de la más alta inspiración:

a) Amanecer de un ejército vencido, serenata en Do que ha de interpretarse a las 6:00 a.m. por un terceto de trompetistas visiblemente agotados.

b) Mariana, marcha/tarantela en Fa para 44 pífanos y 25 trompetas, que abra de ejecutarse a lo largo del Boulevard Frank Vincent Zappa –antes Paseo de la Reforma-. La orquesta habrá de ser seguida de un carro alegórico que evoque el triunfal nacimiento de la señorita Mariana Dávila, nuera del autor.

c) Absorto ante Calipigia, sinfonía para marimba chiapaneca y xilófono de Mozambique.

d) Bienvenida, huapango para mariachi (debe interpretarse cuando un mexicano de clóset baja del avión, en cualquier aeropuerto del mundo).

e) Marie over the rainbow (en colaboración con Harold Alen y Ey Harburg), para ser interpretada en noche de luna llena, con bandoneón, congas y batás mandingas (esos que andan por las orillas del Níger); y sólo en caso de cielo nublado, recurrir a voces de niños cantores tiroleses. Dedicada a la señorita Marie Álvaro Díaz, otra nuera del autor, quien decidió el estilo de ejecución, a la vez que prometió el montaje coreográfico.

De cualquier modo, Tania, te mando mis besos y mi agradecimiento por la buena aunque mítica imagen que tienes de mí. Soy sólo el cordero siempre inmolado que lava los pecados del mundo.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Una foto?
¿Cumplirá esa promesa?

¿Incluso con la tal Ruth?

Mamá-Z dijo...

¡Por supuesto, santa paloma!

tlacuiloco dijo...

Vientos por el Blues.
Y ahora, para todos tus lectores:
chequen aquí esta joya.

ErosGod1 dijo...

Y si no eres escritor, conocedor de blues, ni músico; la magia se te da muy bién. Los post de la Estufa son caleidoscópicos, cada vez se miran de diversa forma.

¿Yo tambien podría aspirar a fotografiarme con la sensual Ruth?

Saludos a ambos!

tlacuiloco dijo...

Y hablando de Blues:
vean aquí

Anónimo dijo...

Aquí nomás pasando a saludar a la banda.