jueves, mayo 17, 2007

Lurrie Bell en Ruta 61 (segunda parte)

Pues ya estás aquí, Lurrie Bell, listo para esta noche y para las dos siguientes: tu blues para nuestra ciudad, tu blues en Ruta 61, tu blues con Vieja Estación, esa banda de argentinos y mexicanos que vuelve a maravillarme con su extraordinaria destreza para garantizar a los músicos visitantes la precisión orquestal y la fuerza rítmica y armónica necesarias para ofrecer un espectáculo a la altura de las circunstancias. Anoche, ensayaron contigo por primera vez y con tus discos como único antecedente. Y, de nuevo, se dio la magia. Transcribo un fragmento de mis notas:

Cada vez que Vieja Estación ensaya con un músico invitado, yo me pongo muy nervioso, no porque dude de la capacidad de la banda sino porque proyecto en la circunstancia mi incapacidad mental para entender cómo se hace la música. Es un misterio: el artista (el verdadero) es un ser de otro mundo, y aquí hay varios.

Los cuatro gatos que tuvimos permiso de entrar a la zona VIP (Lalo Serrano, Fernando Lara, Ezequiel Espósito y yo) compartimos el anonadamiento que nos produjo comprobar cómo el grupo atrapa inmediatamente tu estilo, tu sonido y tus objetivos.

Te imaginaba serio, Lurrie, hosco, distante, lacónico, al menos agotado por el viaje de Chicago a la Ciudad de México. Me equivoqué: tienes la fuerza, el entusiasmo y el buen humor de las personas sencillas que alimentan su alma con belleza: sonriente, desgarbado, escandaloso al hablar. Nos ganaste desde un principio, Lurrie, campana que se tañe a sí misma y nos tiñe el corazón de rojo blues, el de la sangre que corre por tus venas, la sangre de Carry Bell, a quien nos mostraste al final del ensayo, en un video grabado en el Rosa’s Lounge, en el Theresa’s Lounge (que ya no existe) y en la casa de tu propio padre, supongo. Ahí estás, con él, hijo de tigre pintito, tocando como los grandes. Y ahora estás entre nosotros, dispuesto a regalarnos tres noches eternas.

Hace exactamente un año llegó Grana’ Louise (tengo sus palabras manuscritas en mi cuaderno de notas), y entonces escribí también acerca del ensayo a puerta cerrada: Ignacio Espósito, en la batería; Mauro Bonamico, en el bajo; Octavio Herrero y Santiago Espósito, en las guitarras. Ahora, como siempre, la formación se repite, con excepción de Octavio, no por falta de ganas sino por exceso de cuerdas, y esto no es rondalla (por lo mismo, Las Blusas, trío de triángulos compuesto por Saso de la Serranía, la Tía Juanita y Nando Magic Touch Lara, difícilmente subirán algún día al escenario de Ruta 61).

Quienes tuvimos la fortuna de escuchar en vivo a Grana’ Louise –escribí en mayo del 2006-, fuimos testigos de lo que el blues puede hacer a nuestros corazones cuando lo interpreta una banda de excelentes músicos y una voz llena de gracia. Esta vez, Lurrie, puedo decir algo semejante en la víspera de tu primer concierto, añadiendo a mi entusiasmo el milagro rojo de tu Gibson deliciosa.

Por otro lado, creo que los tacos en el Tizón nos cayeron muy bien, Lurrie, porque barriga llena ensayo contento. Atrapé, a propósito, tu primera impresión de Ruta 61: This is the real blues club, man!, le dijiste a Eduardo, quien además te pidió tu opinión acerca de la banda...

Ya conocía a los muchachos de oídas –respondiste-, porque en Chicago todo el mundo habla de ellos.

Soy cursi, Lurrie, y muy dado al melodrama. Además, me emociono fácilmente con las historias de abandono, cuchillo de doble filo que bien conocemos los amantes obstinados e irredentos. Por eso, casi lloro entre los sorbos de whisky y tu interpretación de Bring it on home to me. Espero estar preparado esta noche, con dos pañuelos limpios, para escuchar la canción de Sam Cook. Pero si, después de recrear esa composición de 1961 (pieza germinal del soul), se te ocurre soltar una de tus propias melodías, aquella en la que le dices a la mujer amada que parece que estoy bebiendo gasolina, pásame un cerillo encendido para explotar de una vez por todas, hija de la rechintola... Si haces eso, Lurrie, me obligarás a plagiarte la imagen para decírsela a cierta mujer que me trae de un ala.

Y mientras llega la noche, ¿qué te parece si visitamos la galería de Ruta 61? Ahí se encuentra la serie completa de fotos que tomé ayer. Para entrar, sólo tienes que apretar la vieja cámara fotográfica que se encuentra a tu derecha.

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