viernes, mayo 12, 2006

Parroquianos III

Hablaba yo, en Florilegio de alborotos II, del viernes 28 de abril.

Esa noche, además de Nicolás Martínez, estuvo en Ruta 61 Alain Derbez, músico, productor y conductor de radio, poeta, sociólogo, historiador y promotor cultural. Por otro lado, llegó también Jaime Avilés, noctívago irredento y periodista extraordinario cuya pluma siempre ha sido instrumento a favor de las mejores causas y arma contra los embates de la ultraderecha, las torpezas de la clase política nacional y las estupideces de la izquierda.

Apenas detectó su presencia y al observar que traía su sax, Octavio Herrero invitó a Alain a subirse al escenario, para acompañar a Las Señoritas de Aviñón.

Por otro lado, Marie Álvaro Díaz, cubana cuyos ojos son el tsunami de nuestras apacibles costas, había llegado al bar acompañada de Mohinder Singh, músico virtuoso de origen indio –aunque nacido en Birmingham, Inglaterra- quien venía de acompañar en la tabla al maestro Shalil Shankar, en la Sala Ollin Yoliztli.

Y ahora que he mencionado a Alain, a Jaime y a Mohinder, me doy cuenta que, en los dos años de su existencia, Ruta 61 ha sentado en sus mesas a un buen número de personalidades: Pedro Meyer, considerado el primer artista multimedia en el mundo, fotógrafo genial, referencia obligada de la fotografía contemporánea; Edouard Perromat, jovencísimo músico francés que fue hasta hace poco miembro de Abracadaband, agrupación reconocida por sus interpretaciones de la obra de Frank Zappa; Pablo Gómez, diputado, periodista y figura clave de la izquierda histórica en México; la dramaturga Ximena Escalante, el polivalente Raúl de la Rosa y el legendario Óscar Chávez; también Pepe Stephens, Modesto López, Demián Bichir y el percusionista cubano Miguel Valdés.

A mediados de los ochenta, los miembros de Mamá-Z visitamos frecuentemente Radio Mexiquense. En una de esas ocasiones –la primera, supongo-, mantuvimos una entrevista al aire con un jovencísimo Ciro Gómez Leyva. Por ahí vi pasar a Alain Derbez –era, entonces, subdirector de producción de la emisora… o algo así-, y creo recordar que no le gustó nuestro trabajo. ¡No importa, no hay reclamo! Nuestro laboratorio de teatro y taller de autoayuda fue y es un gesto cultural absolutamente incomprendido. Sin embargo y a pesar de ello, pronto aparecerá, para deleite de la antropología occidental, el álbum definitivo de Mamá-Z. Su título tentativo es Siempre podemos hacerlo peor.

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