jueves, febrero 15, 2007

Las cinco épocas de Las Señoritas de Aviñón III

Si de Roma nos llegan tonterías vergonzosas y del Tibet asombrosas perogrulladas, si los océanos de sabiduría y los máximos constructores de puentes metafísicos se dan el lujo de mostrar al mundo su torpeza intelectual, creo que yo no debo sentirme tan mal cuando llego a conclusiones equivocadas.

Digo lo anterior porque, al releer las dos entregas anteriores, algo en ellas me incomoda, algo me deja insatisfecho. Dudo, entonces y por método, de cada una de mis afirmaciones acerca de Las Señoritas de Aviñón y acerca de la misma música.

¿Qué babosada es esa de Ir Más Allá?

Con esa forma de pensar, acabaré escribiendo un tratado sobre La Música como Camino hacia la Perfección Cósmica y el Encuentro con el Ser Genital.

¿Ir Más Allá? ¿Qué diantres es eso? ¿Acaso estoy diciendo que la complejidad del jazz es superior a la sencillez del blues? No, al menos no es eso lo que quise decir.

De cualquier manera, es un hecho que los discursos musicales se enriquecen conforme el lenguaje se multiplica. Y el diccionario de Las Señoritas de Aviñón es cada vez más voluminoso.

El blues dice algo, el jazz piensa algo y el rocanrol brama algo. En los tres casos, no repruebo ni ensalzo, sólo describo lo que percibo. Entonces, siento que Las Señoritas de Aviñón están entre el decir la música y el pensar la música. Por eso, han explorado en los terrenos del jazz (Miles Davis y Thelonius Monk) caminos alternos de satisfacerse como banda y de mostrar al público que su música parte del blues y se abre hacia otros horizontes.

Tercera Época

Cuando Claudia Ostos entró a Las Señoritas de Aviñón y se quedó como voz principal, el grupo pareció dividir su repertorio entre el blues apasionado, visceral, melodramático (Robert Johnson) y la música desenfadada, alegre, festiva (Louis Jordan). En medio, como puente por el que transitaban, Claudia hacia un lado y el resto de la banda hacia el otro, aparecía el blues de Chicago, que a fin de cuentas es el que más peso tiene en la memoria de los amantes del blues en México (gloria e infortunio del blues en México). Exactamente en el punto medio de ese puente de personalidades, Las Señoritas se encontraban verdaderamente juntas al interpretar Wang Dang Doodle, no a la manera de Koko Taylor sino con un estilo que aún no sé definir, conforme a los registros vocales de Claudia, que imprimió a la banda un sello característico durante el período de su estancia.

Continuará.

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