martes, noviembre 28, 2006

El blues de Chicago en la Ciudad de México I

Introducción

Durante los últimos noventa días… Bueno, espero que no sean los últimos. Quiero decir: durante los recientes noventa días, he dormido pocas horas y he vivido muchos siglos, tantos que mi rostro exhibe ya los estragos de la noche. Por eso, he regresado a la ingesta frecuente de agua y al uso nocturno de cierto medicamento en mis párpados inferiores, para así conservar la belleza y la lozanía que me distinguen en medio de tanta fealdad.

Fue Desdémona Peniche, amante del poeta Basilio Macedonio Ruiz, quien me sugirió el uso de Preparation H para desvanecer las ojeras en la medida de lo posible. Se trata de una crema que contiene clorhidrato de fenilefrina, aceite de hígado de tiburón y petróleo amarillo (extraído de las semilla del girasol), tan efectiva –afirma Desdémona- que Sofía Loren la usa con los mismos propósitos.
Pero Preparation H no se ofrece en las farmacias como auxiliar en el tratamiento de la lindura facial, sino como remedio temporal contra las hemorroides, porque es un emoliente y un lubricante de los tejidos. Sin embargo, la desviación de uso no me hicieron dudar. Primero, porque tejidos estamos por todas partes y no sólo en el inframundo. Segundo, porque tengo absoluta confianza en las costumbres femeninas, por más exóticas que puedan parecerme, pues en algunos de sus cuerpos se ve, se palpa y se huele la bondad de sus cuidados, la victoria de sus estrategias y el éxito de sus utensilios.

Sin embargo, tengo una pregunta acerca de Preparation H: ¿Cómo fue que alguien descubrió que una crema para las hemorroides puede también desvanecer las ojeras?

Para llegar a esa conclusión, alguien tuvo que mirar en un espejo lo que el mismo Sol desconoce y nunca ilumina. Y si no hubo espejo, otro fue el que miró (y lo habrá hecho con una lámpara, supongo).

En cualquier caso, el episodio habrá de quedar inscrito entre las grandes hazañas de la humanidad. Algún escultor habrá de eternizar la escena, sea como ejercicio introspectivo (una mujer mirándose el culo ante el espejo), sea como práctica erótica (tengo el título para esta versión: Absorto ante Calipigia), donde un mancebo en cuclillas, desnudo y divertido, acerca una vela encendida al oscuro túnel de su bienamada, igualmente descalza y entretenida, aunque en decúbito lateral o en posición genupectoral (también llamada mahometana).

Todo esto me trae a la memoria Gracias y desgracias del ojo del culo, de Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645), poeta gigante fundador del conceptismo en el Barroco y autor, entre otras maravillas, de Amor constante más allá de la muerte, ese inolvidable soneto que termina con la más contundente y bella declaración de amor.

Ojalá, sucio lector, te sepas regalar el gusto de leer Gracias y desgracias…, que después de hacerlo me tendrás en mayor aprecio.

¡Ay, pero si la idea es hablar sobre el X Festival de Blues de la Ciudad de México! Lo haremos, lector ansioso, lo haremos. Y también recordaremos lo que en Ruta 61 dio por llamarse Blues en la Intimidad.

Volvamos, pues, al principio.

Septiembre comenzó con un beso que no puedo olvidar...

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