miércoles, enero 03, 2007

Los últimos días de 2006…

Mauro Bonamico, Lonnie Harrison y Maricarmen González Tavira
22 de diciembre de 2006

La Tía Juanita, a punto de caer enferma...

Pues yo no sé a quién hospedé dentro de mi hermoso cuerpo: si a un miembro de la familia Rhinovirus -que se dedicó a destruirme las células epiteliales- o a un hijo de los Orthomyxovirus -que me dio la estocada mortal con esa costumbre suya de usar el ácido ribonucleico como material genético.

Sepa la bola qué significa lo anterior, pero suena a Espeluznante Capacidad de Mutación, dirigida por Takashi Shimizu.

La cosa es que el viernes 22 de diciembre aún tuve fuerzas para estar en Ruta 61 y disfrutar del excelente espectáculo casero (La Estación Anciana y Las Señoritas de las Orejas), así como de la visita de Lonnie Harrison, joven bajista de Chicago que venía de tocar, esa misma noche, en el Teatro de la Ciudad, como acompañante de las Gospel Leaders (quintento de voces femeninas entre las que se encuentran nuestras ya viejas amigas Shirley Johnson y Deitra Farr).

Por ahí, en las mesas de arriba, andaba Maricarmen González Tavira, a quien desde esta bitácora damos la bienvenida, para que su presencia en el Hoochie Coochie Bar sea tan frecuente como su sonrisa.

Lo mismo hacemos con Carmen, nueva mesera (bueno, este saludo tiene atraso de algunos meses), y para ella deseamos que la noche le propine alegrías y buenos dividendos. Ya sabes, Carmen, que los meseros y las meseras de Ruta 61 son como nuestros hijos, así es que siéntete siempre apapachada y en familia.

Hasta ese momento, mi cuerpo había logrado evitar la clásica patogénesis viral con las armas del desdén: ¿Que no puedo fumar? ¡Ah, cómo que no! ¿Que no puedo tomar? ¡Uy, me canso! ¿Qué tengo que descansar? ¡Pues ahora me quedo a escuchar a Lalo y sus Insomnes hasta las seis de la mañana, que para eso soy joven y bello!

A la mañana siguiente... ¡San Martín de Porres! Ya podéis imaginar mi cuerpo después de la batalla.

Los diversos ejércitos de enzimas que mi organismo había enviado a la lucha de resistencia, fueron todos –o casi todos- derrotados por su propia incapacidad para eliminar las toxinas que yo mismo introduje en mi Waterloo decembrino. La fuerza prusiana de Von Virus obtuvo el triunfo definitivo dentro de mi propio y divino cuartel general.

A la mañana siguiente, un intenso dolor de encías me hizo sospechar que los romeritos de Fernando Lara, chef particular de Vieja Estación, no habían sido tales sino detritus de ornitorrinco psitacótico.

Inmediatamente, acudí con un joven médico de Farmacias de Descuento (veinte pesos la consulta), quien descartó el temor de envenenamiento. Diagnosticó, en cambio, una severa infección viral generada por una gripa mal tratada.

-Su presión es excelente, su peso el ideal. No se preocupe, esto se resuelve con Aciclovir…
-¡Ah, sí! ¿Qué?
-Aciclovir, doscientos miligramos de Aciclovir cada ocho horas, desde hoy y hasta el próximo sábado.
-Oiga, doctor, pero… ¿no es el Aciclovir medicamento para el tratamiento del herpes oral y genital en pacientes con VIH Sida?
-Pues sí… Pero lo va a consumir en tabletas. No se angustie.
-Doctor, no me asusta el medio sino el mensaje. ¿Me está usted diciendo…? Recórcholis, déjeme hacer memoria. Recuerdo haber besado con mucho amor a un baterista argentino, recuerdo haber discutido acalarodamente con una isleña, recuerdo haber bailado apasionadamente con una europea; pero...
-No, amigo mío, no. Es una gripa mal tratada, no más. Vamos atacar a nuestro Irak como lo hizo Estados Unidos en su Operación Libertad Duradera.
-La analogía me pone a temblar, doctor. ¿Ya sabe cuántos soldados guasingetones han muerto en Irak?
-Tres mil, aproximadamente. ¿Pero qué valor tiene esa cifra ante el rotundo triunfo de la libertad y la civilización? ¡Estamos luchando contra la barbarie y el pecado!
-Doctor, supongo…
-¡Usted supone, yo creo, señor, yo creo! ¿Entiende la diferencia entre la especulación inútil y la fuerza de la fe?
-¿Me está acusando de pecador? ¿Me está diciendo que mi padecimiento es fruto del demonio?
-Estoy insinuando de la mejor manera posible que lleva usted una vida desordenada y pecaminosa, desde que Lalo Serrano le abrió las puertas del vicio y el desenfreno, haciéndole creer que puede conducirse por la vida como si tuviera 18 años…

Así que pasé una semana, la última de diciembre, sin disipaciones. Ahora, medianamente recuperado, estoy listo para volver a Ruta 61, para gozar del blues y de los amigos.

2 comentarios:

ErosGod1 dijo...

Eso de asistir a las farmacias de descuento...

Cuando la filosofia popular dicta: "Para todo mal, mezcal. Para todo bien, tambien!"

Pero en el pecado se adquiere la penitencia.

Y en aprovechando su ausencia, hice una discreta reaparición en bar de marras, dandose la oación para disfrutar a Vieja Triestación; un excelente hibrido que nos permitió (a mi amada y a mi) disfrutar la ejecucion del maestro Chico, con el excelente acompañamiento de la familia Bonamico-Sanchez-Esposito. Y cuando nos preparabamos (whisky de por medio) a escuchar a nuestras favoritas Matronas D'Avignon... pues que sube al escenario un grupo parchado, mal ecualizado, fuera de tiempo, guitarrista y cantante con cara de encabronados y un bajista que no bailaba las lentas... de no ser por la siempre agradable atención de la Srita Carmen, hubieramos salido del antro contagiados de las expresiones de las dichas matronas.

En fin, supongo que una mala tarde le sucede a cualquier toro.

Saludos y le recuerdo que los males no son similares, como pregonan de los "medicamentos".

Anónimo dijo...

ahhhhh recuerdo con nostalgia que visitaba este lugar y ahora es renovante estar de vuelta.

con tanto por decir y reflexionar en los paradigmas que me conforman le deseo que viva como siempre parece vivir: en el extremo de la curva...

abrazos y buenas resonancias