sábado, mayo 24, 2008

EL MEJOR VINO DE CHICAGO

¡Vino Louden,
por primera vez en México!
El guitarrista de Koko Taylor ofrecerá
tres funciones en Ruta 61.


Eduardo Serrano sigue coleccionado el mejor blues del mundo.
Aquí lo vemos con Bugalú Peniche

en una escena de la película El Nachgeschmack de la Chimichanga.

Todavía con el buen sabor de boca que nos dejaron, en los meses recientes, Billy Branch, Grana Louise y The North Sea Coyotes, Lalo nos tiene un manjar de dioses…

Calvin Vino Louden se presenta por primera vez en nuestro país, los días 29, 30 y 31 de mayo, a partir de las 21:00 horas. Ofrecerá un espectáculo de blues de altísima calidad y con la garantía de volverse un parteaguas en la vida de todos.

Para tener una muestra del guitarrista, aunque diminuta y descarnada (poquito, porque es bendito), puedes, lector ansioso, apachurrar la última palabra de esta oración. Te encontrarás con la página oficial de Louden. Llegandito, vete a Media. No son la brevedad y la digitalización las mejores condiciones para disfrutar de este Vino, pero al menos comprobarás algo: llega a México un maestro del blues.

Cantante y compositor, además de guitarrista explosivo y líder de la banda de Koko Taylor durante últimos diez años, Vino Louden ha grabado no sólo con la Reina del Blues sino también con Buddy Guy y Junior Wells, y su sonido ha generado siempre respuestas entusiastas entre los amantes del género, respuestas que rondan los conceptos de intensidad y energía musical.

Su talento indiscutible ha llevado a Louden a participar en giras con B.B. King, Bonnie Raitt, Keb Mo, Robert Cray y Johnny Lang, entre otros.

Aquel que adore a la Koko Taylor de la última década, sabe que dentro de su veneración debe incluir a Vino Louden, con su carisma y su teatralidad desparpajada. Es, sin duda, uno de los auténticos espectáculos del blues actual.

Junto con otros guitarristas contemporáneos (Carl Weathersby, Carlos Johnson y Bernard Allison, por ejemplo), Vino lleva en sus manos el futuro del blues. Su disco Vino Louden Live (2003) sigue provocando palabras de admiración y de entusiasmo entre la prensa especializada.

Con el propósito de garantizar la calidad original de Vino Louden, el guitarrista estará acompañado por miembros de Vieja Estación, banda argentino-mexicana que ha demostrado no sólo talento y calidad, sino, además, una sorprendente capacidad para sostener el alto nivel de músicos de la estatura de John Markiss, Billy Branch, Grana’ Louise, Dave Specter, Carlos Johnson y Deitra Farr, entre otros.

Es conveniente hacer reservaciones anticipadas para cualquiera de los tres días, llamando a los teléfonos de Ruta 61: 5211-7602 y 5256-0667 (o escribiendo a eduardo@ruta61.com). El cover del jueves 29 de mayo es de 200 pesos; viernes 30 y sábado 31, el cover es 250 pesos. Estos precios resultan simbólicos, si consideramos que un concierto de esta naturaleza costaría en otro tipo de recinto arriba de los 500 pesos. Además, Ruta 61 ofrece la cercanía con el blues y el contacto directo, casi personal, con músicos de ligas mayores.

Nuestras excelentes bandas de casa, Las Señoritas de Aviñón y Vieja Estación abren el viernes y el sábado, respectivamente.

Ruta 61, Avenida Baja California 281, Colonia Hipódromo Condesa, entre Culiacán y Nuevo León, a dos cuadras del Metro Chilpancingo.

In Memoriam

CARLOS SÁNCHEZ
9 DE JUNIO DE 1954
24 DE MAYO DE 2006


Carlos, hace dos años comenzó tu inmortalidad.
Poco a poco, más temprano que tarde, estaremos contigo.

Va para ti, para Josefáin y para todos los tuyos
la canción que estás escuchando.
Llegando a ti
José Alfredo Jiménez

jueves, mayo 22, 2008

Bergman y Liv Ullman

Regalos y préstamos

Luz Elena Videgaray Aguilar
, amadísima sobrina mía, me regaló en diciembre una caja con tres películas de Ingmar Bergman. Una de ellas es La hora del lobo (Vargtimmen, de 1968), con los emblemáticos Max von Sydow y Liv Ullman.

Max es un pintor llamado Johan Borg; Liv es Alma, su esposa.

Alentada por una old lady con sombrero (Naima Wifstrand), Alma se atreve a leer el diario de su marido, y encuentra en el cuaderno pasajes que hablan de una tal Verónica, la primera mujer de Johan:

Mi relación con Verónica fue dolorosa para ambos. La seguía en las calles, celosamente. La espiaba. Creo que mi pasión la estimulaba, pero siempre era pasiva e indecisa. Casi siempre terminábamos en peleas temerosas lejos de lo razonable (...). Luego vino el esposo a buscarla. Me mandaron al hospital. No nos vimos por años...

Nota, lector, la traducción estúpida: peleas temerosas. ¿Peleas temerosas? ¿Qué es eso? El subtitulaje en inglés dice frihtening confrontations, pleitos aterradores, peleas espantosas, madrazos cabrones, lo que sea... ¡pero no peleas temerosas! Este último adjetivo se aleja enormemente de lo que Borg quiso decir; de hecho, la idea se vuelve absurda.

¡En fin! Ya sabe uno a qué atenerse con el subtitulaje: hay que sospechar de él.

La cosa es que la tal Verónica se apellida Vogler...

Vogler, Vogler –repito en mi mente-. ¿Dónde he escuchado ese apellido? ¡Ah, claro, ya me acordé! Antes de recibir mi regalo, LuzE me prestó Infiel, película dirigida por Liv Ullman con base en un guión de Ingmar Bergman. ¿Y cómo se llama el personaje que interpreta magistralmente la bellísima Lena Endre? ¡Marianne Vogler!

Busco en mis notas…

¡Aquí está, claro!

Sábado 15 de diciembre, cuatro de la tarde. Terminé de ver Trölosa (Infiel), película del año 2000 hecha con guión de Ingmar Bergman, dirigida por Liv Ullman y protagonizada por dos maestros de la actuación: Lena Endre y Erland Josephson. Distingo a uno y a otro, sin menoscabo de los demás actores: Krister Henriksson, por ejemplo, se luce en el papel de un neurótico depresivo que, al desarrollar celos regresivos, termina convirtiéndose en una criatura perversa capaz de atormentar y aniquilar emocionalmente al ser amado.

Reescribo mi descripción de Henriksson: neurótico depresivo que, al desarrollar celos regresivos, termina convirtiéndose en una criatura perversa capaz de atormentar y aniquilar emocionalmente al ser amado.

¿Dónde he visto eso, dónde? Silencio, mordaz lector, no quiero tu respuesta. Y no sonrías de esa manera. Sigamos con Lena.

Como parte del Royal Dramatic Theatre de Estocolmo, Lena ha hecho a Shakespeare, Ibsen y Moliere, entre otros clásicos, y en esta ocasión su representación de Marianne Vogler (actriz que vive un tórrido y trascendental romance con el mejor amigo de su esposo) es, por decir lo menos, perfecta.

¿Marianne Vogler, dije? ¿Vogler? ¿No es el mismo apellido de Verónica en La hora del lobo, de 1968?


Erland Josephson

Lena Endre y Erland Josephson en Trölosa

¡Y qué decir de nuestro querido Erland! Octogenario ya, vuelve a dar cátedra de cómo se actúa el silencio, como se lleva el silencio al cine, cómo se concentra el cine en un rostro y cómo un rostro puede conducirnos a los más profundos abismos del alma en un instante.

Sobra decir que el filme es una joya, y que la directora demuestra lo mucho que aprendió de Bergman: el ritmo, el plano cerrado como forma narrativa, la luz y las sombras, el sonido natural, la mesura dramática en diálogos y monólogos, las tomas de una naturaleza que en su simple estar nos recuerda la eterna impavidez del universo ante las desgracias y las tragedias humanas.

La impasibilidad es, a propósito, una de las cuatro dotes de los cuerpos gloriosos, que los exime de padecimiento (¿no percibiste, lector cáustico, la imperturbable actitud del árbol en el que, alguna vez, te recargaste para llorar?).

Por otro lado, un joven Josephson aparece en La Hora del Lobo. Es el Baron von Merkens, quien confiesa al mismo Johan Borg su amor sufriente por Verónica Vogler.

Sobre descubrimientos y subtitulajes, LuzE me responde...

Qué emoción me da leer tu emoción. ¿Sabes qué? Vamos a tener que comprar Infiel. ¿Y sabes? Una de las cosas que me da terror de ver películas que no estén en uno de los idiomas que medio conozco, es precisamente tener que confiar en el traductor. Y si consideramos que es del sueco, seguramente son personas que hablan los dos idiomas y se ponen a traducir, ¡y no es lo mismo! Pero, mira, ya estoy en contacto con algunas personas que podrían ayudarnos. La doctora Marianne Akerberg, lingüista sueca, podría en algún momento interesarse. No lo sé. Una compañera mía, Katarzyna Sanetra, polaca, ya no aguanta mi insistencia sobre la necesidad de una mejor traducción de Kieslovski (en realidad, le encanta la idea).

Qué emoción lo que me cuentas –sigue LuzE-. Fíjate que eso (en la escuela me enseñaron que se llamaba intertextualidad) me deja estática y extática. Me acuerdo que de García Márquez leí primero "La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada" (ahí tenía unos 12 o 13 años). Años después (como a los 16) leí Cien años de soledad y me encontré con que uno de los Aurelianos se acuesta con Eréndira. Lloré de emoción. Pero también me da terror. No he acabado el segundo de Terra Nostra por lo mismo. Reconozco algunos personajes: Jean Valjean, el coronel Buendía, Sancho Panza, el Quijote... ¡Pero entonces ningún personaje es gratuito! ¿Y si no entiendo? Si no entiendo, seguro podré disfrutar la obra, pero el placer se verá disminuido. ¿No da miedo no poder disfrutar tanto? Y es que Terra Nostra es una obra maestra, de verdad que sí. ¡Te quiero muchísimo!

Conmovido ante los aciertos y la agudeza de mi sobrina, le presté mi caja de Al Pacino (En busca de Ricardo III, Café de Chinos y Local Estigmatic). No me la ha devuelto, y comienzo a ponerme nervioso.

Nota Bene

La hora del lobo es el momento entre la noche y la aurora cuando la mayoría de la gente muere, cuando el sueño es más profundo, cuando las pesadillas son más reales, cuando los insomnes se ven acosados por sus mayores temores, cuando los fantasmas y los demonios son más poderosos...
Ingmar Bergman

¿Las 4:00 a.m.? -pregunto yo-. A esa hora murió Gerardo. A esa hora compuse Wichili McCoy.

miércoles, mayo 21, 2008

Dios es un proceso

Fotografía tomada por Marugenia Sámano Valenzuela,
la noche del sábado 1 de marzo, mientras el autor iniciaba su rito bautismal
en las aguas tocadas por Nuestro Señor Gerardo.
El autor viste ropas del Pantocrátor.

A cada rato, Gerardo me solivianta: ¡Escribe de mí sin hablar de mí! Eleva tus oraciones sin nombrarme, que yo sabré recibirlas. ¡Soy Wichili McCoy, hermano, me las sé de todas todas!

-¿Cómo?
-Habla de otras cosas sin dejar de pensar en mí. ¿Puedes?
-No puedo hacer otra cosa.
-Entonces, ya estuvo. Cada palabra que escribas inspirada en el amor que me tienes voy a considerarla parte de tu rezo permanente dirigido a mamá.
-¿Mamá?
-Estoy dentro de ella. No sabría explicarte cómo sucede esto, pero estoy dentro de ella. Y ella también está dentro de sí misma. Y aquí, dentro de mamá, pasan cosas lindas. Ninguna de las ideas que desarrollamos sobre el universo se acerca a lo que sucede en verdad. Dios no es una persona, Dios es un proceso. Y toda definición es una fragmentación del ser.


Estos días han sido muy intensos y literalmente patéticos, en cuanto que han agitado con violencia mi ánimo y me han infundido afectos vehementes, entre ellos el anhelo de regresar a un pasado paradisíaco, aquel donde la presencia simultánea de mi madre y de mi hermano me cubría de paz y felicidad. Pero eso no es posible más que en sueños.

La vida ya no será igual.

Con su disipación física, Gerardo me ha hecho asomarme al jardín trasero de la conciencia, ahí donde se encuentra la sospecha aterradora de la nada, no mi nada (me tiene sin cuidado mi futura y absoluta esfumación), sino la nada entre cuyos pliegues se extraviaron mi madre y mi hermano.

-¿La nada?, me pregunta Gerardo.
-Tengo miedo de tu nada. Tengo miedo de la nada.
-¡Pues no pienses en nada! Piensa en todo.


Si entendí bien (las conversaciones con Gerardo son como los dibujos de Escher), todo es (o está en) ese jardín trasero de mi conciencia. Y si ahí habita mi miedo a la nada, también debo reconocer que la maleza me impide percibir otras criaturas, acaso más diminutas que el miedo pero igualmente vivas, como por ejemplo la pulsión de vida, que es como un caracol: su baba es esto que llamamos existencia.

domingo, mayo 04, 2008

The North Sea Coyotes en Ruta 61

Renato Márquez, Bruno Deneckere y Luiz Márquez
The North Sea Coyotes / Fotografía de Jo Clauwaert



Desde hace semanas ando con la urgencia de escribir sobre The North Sea Coyotes, deliciosa y fascinante agrupación que reside en la ciudad de Gante (Bélgica) y que se presentará en Ruta 61 los días 8, 9 y 10 de mayo.

¡Es decir, ya!

Fue a principios de este año que me escribió Luiz Márquez, miembro de Los Coyotes, para avisarme de su milagrosa visita. Y digo milagrosa, porque sólo Dios y Lalo Serrano saben cómo es que los parroquianos del bar tenemos la suerte de vivir experiencias de este calibre.

Con la carta, Luiz me envió además parte de su material, es decir, algunas canciones de Bruno Deneckere, que ahora mismo escucho: Diamond, Trumpet man, Blue sky over Nashville y Jenny Last Night, cuatro joyas que me devuelven la fe en el siglo y en la posibilidad de mantener viva la tradición de las buena lírica.

El trío está conformado por el mexicano Luiz Márquez (saxofón y armónica) y su hijo Renato (violín), más el flamenco Bruno Deneckere (voz y autor de la mayoría de las piezas, líder de la extinta banda The Pink Flowers), y su idea se centra en la creación de una atmósfera íntima pero intensa, acústica pero robusta y vigorosa.

No es que no me guste tocar eléctrico
–confiesa Luiz-, pero sucede que el sonido natural ha acabado por convencerme de que en música no es necesaria la estridencia para alcanzar la corpulencia.

De Los Coyotes sólo he escuchado lo que Luiz me envió; pero ya con eso tuve suficiente: entendí que llega a nuestra ciudad un inaudito fenómeno musical con las piezas de un compositor de belleza singular (no sé cómo decirlo: las de Bruno son canciones que uno desea escuchar toda la vida), y que la banda está a la altura de las montañas que durante cuatro años hemos tenido la oportunidad de contemplar en el bar de todos tan querido. Lalo Serrano –dueño de Ruta 61- siempre ha tenido el acierto y la inteligencia de mostrarnos en vivo otras partes del mundo, de construir puentes para que por ellos transite la música hecha con y por amor (y con calidad, por supuesto). Esta vez, el viaducto levantado llega a Bélgica, y a él se han subido tres músicos dispuestos a reproducir en México su magia y su belleza.

The North Sea Coyotes es una amalgama de géneros bien dispuestos, donde el country blues se vuelve acaso la presencia más notable (esta prevalencia no impide, sin embargo, virajes hacia los ritmos latinos y hacia el mismo jazz).

Así es que tendremos una semana de verdadero agasajo, con música bien hecha y ambiente ajeno al mal gusto que campea en nuestra ciudad. Semana, digo, de regalos exquisitos e inolvidables, gracias tanto al trío del Mar del Norte como a nuestras bandas de casa (Vieja Estación y Las Señoritas de Aviñón). Buen comienzo de mayo, no cabe duda, con tres diferentes maneras de pintar en escena los senderos del blues, con tres colectivos que incluso dibujan -cada uno a su manera- bifurcaciones naturales, caminos paralelos, bulevares desconocidos y hasta decididas desviaciones (¡está bien!, todo cabe en una noche sabiéndolo acomodar, siempre y cuando rijan la inteligencia, la calidad, el talento… y una cierta ética estética).

El Triángulo del Placer

Vivamos esta semana la experiencia del Triángulo del Placer: el jueves, a las siete de la noche, vayamos al Che Gaucho (en la calle de Aguascalientes, junto a Bisquets Obregón y frente a la Farmacia San Pablo); dejémonos consentir por los Hermanos Brontese y disfrutemos ahí de un bife de chorizo acompañado de un vaso de vino tinto (el Magallanes es rico y muy barato).
Elisa come en el CHE GAUCHO

Y después de paladear un flan napolitano y un exprés cortado, a eso de las nueve caminemos por Baja California y lleguemos a Ruta 61, solicitemos nuestra bebida predilecta y dispongámonos a escuchar a The North Sea Coyotes.

Y para cerrar la noche, internémonos en la Condesa para llegar al número 9 de Citlaltépetl, entre Ozuluama y Ámsterdam, donde la casa que fuera hasta hace poco sede de Los Caprichos del Emperador –de la bella Renata Zeller- es ahora el Groove, un acogedor bar que Manuel Sekkel e Ignacio Espósito han abierto para solaz nuestro, de nuestros paladares y de nuestros oídos.

El viernes y el sábado puedes repetir este alegre periplo, lector sin llenadero.

Elisa conversa en el GROOVE con Jaime Avilés
y su amigo Pedro acerca de la masonería
y sobre la inminente llegada a Ruta 61 de The North Sea Coyotes.


Si estás, lector, hasta la coronilla de la mala comida, de la mala bebida y de la mala música; si lo que buscas es un remanso donde se encuentren el gozo estético, la serenidad y la alegría, mi recomendación es que entres al Triángulo del Placer (Che Gaucho, Ruta 61 y Groove). Yo sé lo que te digo.
Elisa sale de los andenes del Metro Chilpancingo
para subir a Avenida Baja California
y caminar hacia RUTA 61.


Elisa a las afueras del Metro Chilpancingo,
a cuadra y media de Ruta 61
(lleva la camisa de su padre, José Luis, capitán del bar).

Elisa y Grana`Louise en la oficina de Lalo Serrano,
el pasado jueves 17 de abril.

Horas más tarde, el ángel de la mañana duerme plácidamente,
soñando en The North Sea Coyotes
(tararea dormida Blue sky over Nashville, de Bruno Deneckere)
y con la siguiente aventura
en el Triángulo del Placer.